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Jardín y colonia de veraneantes La zona antigua mira al río desde sus casas colgantes

Un pueblo que tiene los mismos años de existencia que el olmo situado en su plaza principal, es un pueblo acostumbrado a conmemorar los grandes acontecimientos con seres vivos extraídos del mundo natural. Si además el visitante, al contemplar el árbol centenario, descubre en la fachada del Ayuntamiento una placa de homenaje al inventor de la penicilina, quiere decir que también sabe valorar las grandes aportaciones del saber y la ciencia, avances que permiten recuperar el equilibrio natural truncado por la enfermedad . Con estos elementos tan sugerentes, síntomas de una sensibilidad social poco frecuente, entra el viajero en este pequeño, casi diminuto, municipio del Alto Palancia, que acoge veraneantes elegantes y populares desde los albores del siglo pasado. Navajas se encuentra a escasos metros de la carretera nacional 234 Sagunto-Burgos, entre Segorbe y Jérica. Para enlazar con la capital provincial el camino es cómodo por la nacional 340 hasta la ciudad saguntina, y desde allí unos cuantos kilómetros más por la habitual carretera de Teruel y Zaragoza. El origen de la población es árabe. A mediados del siglo XIII, Jaume I la donó al obispo de Segorbe y desde ese momento siguió las vicisitudes de los señoríos, el último de la casa de Dos Aguas, hasta que estos fueron abolidos con la Constitución de 1812. Antes del año 1609 estuvo ocupado por moriscos, pero al ser expulsados ese año llegaron nuevos repobladores de Jérica y Viver, que permitieron en 1636 alcanzar la condición de nuevo municipio. Ese año se plantó el enorme olmo de la plaza por iniciativa del justicia Roque Pastor. Ahora tiene puestas varias muletas metálicas para reforzar sus piernas y una valla de obra para defender su cuerpo de los toros y vaquillas de las fiestas. Sus brazos y hojas gozan de muy buena salud. Y su sombra protege al que se acerca. Navajas posee dos zonas diferenciadas: la parte antigua, que mira el río Palancia desde un balcón de casas colgantes, y la zona residencial situada en el acceso por la calle Valencia, ocupada por villas, arboledas y chalés con aire decadente, construcciones que recrean en definitiva el ambiente de una estación balneario. De hecho en la Fuente de los Baños existió un balneario hasta los años 30, destrozado durante la guerra civil española. En el ámbito del patrimonio monumental la villa posee una iglesia parroquial dedicada a la Virgen de la Luz, con un sugestivo camarín construido a finales del siglo XIX, una torre árabe circular llamada de Altomira del siglo XI, adecuadamente restaurada, y un conjunto de casonas y villas, entre ellas la del Ayuntamiento, preciosos ejemplares de la arquitectura de ocio promovida por la burguesía decimonónica. Este paseo urbano alcanza pronto sus límites cuando por las calles y caminos que conducen al río el visitante se adentra en los bellos parajes situados a uno y otro lado del Palancia, y abandona adoquines y asfalto. De acuerdo al residente selecto que eligió la villa desde el siglo pasado para beber aguas recomendables y relajar el espíritu bajo los pinos, Navajas ofrece en verano un programa de actividades musicales que engancha a los veraneantes. Todos los sábados y domingos de julio y agosto en el paraje natural del Salto de la Novia se ofrecen conciertos de cámara y corales. En septiembre la Semana Internacional de Trompeta constituye una cita musical de gran atractivo.

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