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MÚSICA

¡Cubanismo! descarga los ritmos de los cincuenta

Diego A. Manrique

La orquesta cubana que dirige Jesús Alemañy recupera géneros que llenaban las pistas de los cabarés habaneros de los años cincuenta con estridentes metales, ritmos implacables y feroces solos. Mambos, sones, guarachas y descargas suenan tan seductores y salvajes como siempre, sin concesiones a la nostalgia, ya que sus intérpretes son músicos formados en los conservatorios del castrismo. Así, el grupo ¡Cubanismo! presenta hoy una oferta única entre la avalancha de bandas cubanas que han actuado este año en España.

Otra particularidad del grupo ¡Cubanismo! es su origen: desde 1994, Alemañy vive en el barrio bohemio de Londres, Candem. Inglaterra era y es uno de los mercados principales para Sierra Maestra, el piquete que contó con la trompeta de Alemañy durante 15 años. En los últimos cuatro años ha tocado con diversas bandas latinas afincadas en el Reino Unido, a la vez que aparecía en discos de grupos tan insospechados como The Cure.El impulso para crear ¡Cubanismo!, integrado por Alemañy y otros 13 músicos, vino de otro expatriado, el productor estadou-nidense Joe Boyd, que recordaba las espléndidas sesiones de grupos latinos en clubes neoyorquinos de jazz, "donde los músicos solían improvisar, pero se podía bailar con lo que tocaban, no como ocurre con el latin jazz".

A partir de 1996, ¡Cubanismo! ha editado un disco por año. El último, disponible a mediados de septiembre, se titula Reencarnación y, como los dos anteriores, ha sido grabado en La Habana con algunos de los mejores músicos locales, incluyendo leyendas como el percusionista Tata Güines, el tresero Pancho Amat, el bajista Carlos del Puerto o el flautista Orlando Valle, Maracas. Para quienes han tenido la fortuna de escuchar a ¡Cubanismo!, la principal sorpresa es encontrarse con una genuina big band cubana apretando el acelerador sin concesiones. Una orquesta que goza de la libertad de las descargas, las jam sessions a lo cubano que consagró Israel López, Cachao, sin descuidar el contenido bailable.

Es en los circuitos del jazz donde ¡Cubanismo! ha encontrado su mejor acogida; el exilio cubano tiene problemas con el nombre, pensando que es un mal chiste con la palabra comunismo, aparte de que rompe sus esquemas el que exista una agrupación de pasaporte castrista capaz de tocar con esa precisión letal tales músicas bravas. Para Alemañy, se trata de retomar una tradición cubana que se fue extinguiendo en la Cuba revolucionaria y que, fuera de la isla, se diluyó en el magma de la salsa: "Cuando yo entré en Sierra Maestra, el son era considerado como algo prehistórico. Gracias a que conecté con músicos del Septeto Nacional que me instruyeron".

Alemañy puede soltar los agudos inhumanos que son la marca de la casa entre los trompetistas cubanos, pero también sabe cultivar la melodía o el trabajo de conjunto: "Pero ahora hay un puñado de trompetistas fantásticos. Pueden, podemos tocar jazz, pero también somos candela cuando se trata de hacer bailar".

¡Cubanismo!, hoy, en Suristán; Cruz, 7; metros Sol y Sevilla. 1.500 pesetas.

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