No todo es solaz
Aunque para la gran mayoría de los mortales el mes de agosto es sinónimo de relajo, trasnoche y dejadez, la vida de las ciudades prosigue (poco, pero alguien trabaja). Las calles siguen limpiándose todas las noches, las gasolineras están abiertas, al igual que los supermercados y, por supuesto, pero este se trata de un tema más difuso y complejo de diferenciar de la holganza veraniega, los bares y terrazas. Los trabajadores de agosto no sólo tienen que soportar las pedradas que les envía el sol, sino que, además, actúan sin público. No hay nadie para decir una palabra amable que recompense el tesón, e incluso el riesgo, de la misión cumplida. Agosto es un castigo laboral.
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