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GENTE EN VERANO

La reina madre de Inglaterra cumple 98

Dios salve a la reina madre, Elizabeth, que hoy cumple 98 años y que ha sobrevivido a sus propios modelitos, a los sombreros de su hija, Isabel II, y a los matrimonios, divorcios, adulterios, beatificaciones comerciales y chupadas de pie por parte de millonario tejano de sus nietos y consortes. Elizabeth, que está como una rosa y ostenta el récord de longevidad en la familia real británica, comerá con la reina y con sus bisnietos, los príncipes Guillermo y Enrique. El regimiento de la Guardia de Gales interpretará en su honor el tradicional Happy birthday, seguido por varios disparos de cañón -los ciudadanos confían en que no sea uno por año-, en homenaje a la queen mum, adorada por los británicos y la única que no les ha dado disgustos en los últimos lustros. La reina madre, que, según los exegetas de Buckingham Palace, no quiere llegar al siglo sin que su hija le revele qué lleva en el bolso, se trasladará tras los festejos con ésta y con su yerno, Felipe de Edimburgo, a la residencia escocesa de Balmoral, donde la familia real suele pasar sus vacaciones de verano. Allí recalará también el príncipe Carlos, con sus dos hijos, Guillermo y Enrique, a la vuelta de un crucero por las islas griegas con el que piensan homenajearse.Puestos a navegar, también lo hace, aunque por la Costa Esmeralda, Alberto de Mónaco, preso del enésimo intento de aliviar a Raniero haciendo ver que tiene novia, o que al menos estaría por la labor de tenerla. El aún teórico heredero del trono monegasco se ha embarcado, junto a una desconocida joven rubia, con la que cenó -no se sabe si mucho más- en un restaurante de Porto Cervo. Su padre ha acogido la noticia con preocupación, no porque no quiera que Alberto se comprometa, sino porque hace días la elegida había sido una modelo, que, al ser sustituida por la rubia de Cerdeña, demuestra que ellas son sucesivamente una acompañante más, y no la candidata definitiva y sufridora que el reino de los Grimaldi espera como auténtica agua de mayo para permitir a Raniero jubilarse.

Quienes no tengan yate propio que llevarse al puerto pueden hablar con el ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, que alquila su rutilante velero Aiglón, matriculado a nombre de la empresa hotelera Doliga, de la que es propietario, por un millón de pesetas diario, comida y combustible aparte, según informa Andreu Manresa. El barco, de más de cuarenta metros, tiene capitán y cinco tripulantes, y puede acoger a una decena de invitados. El comedor tiene capacidad para 12 personas, pero la auténtica joya de la corona es el dormitorio del armador, situado a popa, en el que habitualmente caben muchas menos. Dos agencias de Mallorca e Ibiza comercializan los viajes del yate, a cuyo interior puede accederse por una página de Internet. No se sabe si el precio del alquiler del barco, y el mismo hecho de que se alquile, se debe a que el presidente del Gobierno, José María Aznar, navegó en él durante dos jornadas el verano pasado -por lo que el velero estuvo casi a punto de cotizar en Wall Street- o a que el ministro tiene un apretón de liquidez.

Quienes en vez de navegar quieran ir preparando las actividades invernales pueden apuntarse a los cursos de selección de Papás Noel que está organizando un grupo de actores británicos, con el encomiable objeto de evitar que tras el disfraz del barbudo navideño se cuelen delincuentes o pedófilos. Según informa Juan Carlos Gumucio, la selección es un primer paso para formar la primera Federación de Papás Noel y garantizar a tiendas y compañías temerosas de contratarlos que se les manda un Papá Noel como Dios manda. Los requisitos de admisión a lo que funcionará como un auténtico sindicato, que dará protección legal a sus afiliados, son un certificado de buena conducta, expedido por la policía, y que el candidato tenga barba. La organizadora, Stephanie Stevens, ha dicho que en este último punto habrá flexibilidad, ya que la barba puede ser postiza, lo que abre el camino para que este empleo no discrimine a las mujeres. En cuanto al certificado de buena conducta, es como pedirles los antecedentes penales a los Reyes Magos. Ya no puede uno fiarse ni de Santa Claus.

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