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Tema: la paella

DE PASADA12.000 pesetas. No te da ni para comer en el San Marco. Y no planees un viaje más allá de Arahal. Visite sus monumentos. Con ese dinero, coges el sueño y a la media hora te echan a patadas del hotel Alfonso XIII. Era otra época, ciertamente, pero eso, doce mil pesetas, es lo que le dieron a Juan Benet por su novela Volverás a Región. Como para volver. Menos mal que su hijo adoptivo, Javier Marías, se está cobrando cumplida venganza. Mientras le pegaba zurdazos al Mundial, le dieron el premio Mondello en Sicilia, un nuevo galardón a su novela Mañana en la batalla piensa en mí. Y acaba de obtener en la prórroga de los derechos de autor el premio Querejeta, valorado en seis millones de pesetas. ¿Quién escribe ahora? ¿Y quién lee? Planeta ya no manda libros, sino camisetas que publicitan sus best-sellers. A mí me cayeron cuatro: Azteca. de Gary Jennings; Órdenes ejecutivas, de Tom Clancy; Ramsés, de Julien Gracq; e Ícaro, de Alberto Vázquez Figueroa, de quien yo me sé va por el quinto tomo de la saga de Cienfuegos. Escribir no es llorar, es fardar de Pepito Piscinas en la playa de Matalascañas. En verano hay mucha gente que escribe. Y lo hacen en público, como le gustaba hacerlo a Simenon. Los policías municipales tienen una extraña tendencia a utilizar papeles color rosa para escribir historias que uno imagina turbadoras. En determinados momentos, arrancan las hojas y dejan los mensajes en el limpiaparabisas de algún coche. A los camareros también les gusta escribir. Prefieren hacerlo delante de sus clientes y su tema preferido, cuando son turistas, es casi siempre la paella. Una narrativa valenciana que se blanquea en el mandil como el fondo de un cuadro de Sorolla. Hay escritores masoquistas. Les entra el desenfreno creativo en el capó de un coche y les gusta hacerlo rodeados de los cristales rotos y la carrocería desmantelada. Se cambian sus respectivos originales con vehemencia y de pronto aparecen los de los papeles rosa para animar el cotarro. Hay quienes practican la escritura automática, de arriba abajo y en diagonal, como el callejero saltimbanqui de Rayuela: le llaman al ejercicio sopa de letras y tiene como parnaso las piscinas de Coria. ¿Y quién lee? Luis Pizarro, portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla, acaba de terminar La soledad era esto, de Juan José Millás. No es una autobiografía de la alcaldesa de Sevilla.

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