"¿Los españoles? Está Jalabert"

Pregunta: ¿cómo están? Respuesta: ufff.Sintomatología: ningún ciclista español entre los 10 primeros de la clasificación general cumplida la octava etapa de la carrera francesa y pasado el primer día importante (la larga contrarreloj del sábado). Diagnóstico: estamos en un ciclo regresivo. Pronóstico: ufff.

Reacciones a una contrarreloj que hizo un retrato perfecto y desolador de la situación actual del ciclismo español.

Abraham Olano (cuarto en 1997): "He estado bien, pero otros han estado mejor" (cedió 2.13 minutos a Ullrich).

Fernando Escartín: "He estado en mi línea" (perdió 5 minutos).

Santi Blanco: "El año pasado perdí más tiempo" (ayer: 7.17 minutos).

José María Jiménez: "Se me ha hecho corta" (7.51minutos).

Txente García Acosta (primer español en la general (undécimo): "Perderé este puesto cuando llegue la montaña".

Javier Mínguez (director del Vitalicio): "¿Los míos? Mal, mal". López Cerrón (Vitalicio): "Si hay que poner nota, suspenso".

José Miguel Echávarri (Banesto): "Hace falta tiempo para analizar".

Eusebio Unzue (Banesto): "Esto es lo que hay".

Manolo Saiz (ONCE): "Vivamos con tranquilidad este ciclo". Un páramo.

Hace ya muchos años, un enviado especial al Tour de Francia solía encabezar sus crónicas: "Sigue haciendo calor, y los españoles sin aparecer". En los años 80 (Ángel Arroyo, Perico Delgado), ya sonaba a chiste viejo recordarlo; en los años 90 (Miguel Induráin), a telarañas en el cerebro. Estos días, a nadie le extrañaría leerlo en serio.

El realismo informado dice que habrá que prepararse para vivir un Tour estilo finales años 70 y primeros 80. Habrá que contentarse con soñar que algún día algún español pueda, si no ganar una etapa, coronar primero un gran puerto o conformarse con que alguno se infiltre en alguna escapada. De la general, mejor olvidarse.

La diferencia con aquellos años de penuria es que actualmente los equipos españoles forman parte de la élite mundial, por lo menos en la vertiente económica y de medios a disposición de los corredores. En el extranjero se envidia su funcionamiento. Y gracias a unas condiciones peculiares de mercado (entrada de un nuevo conjunto, competencia por los pocos que crean expectativas y demás), los ciclistas españoles son de los mejor pagados del mundo. Y, bien alimentados por unos años de sobreabundancia, los aficionados españoles son también los más exigentes. Siguen queriendo caviar, no pan y agua. Lo pedirán en la montaña, el terreno que creen propio, una vez comprobado que, de nuevo, en la contrarreloj hay poco que hacer.

Manolo Saiz pide que la gente piense antes de pasarse en las críticas hacia el pelotón español. "Hay que ver la historia", dice. "La historia siempre es justa y demuestra que es muy difícil que un país tenga dos ciclos muy buenos consecutivos. Mirad Bélgica, Francia, Italia cuántos años llevan esperando un buen ciclo".

Si su lectura es realista, el pronóstico del director del ONCE-Deutsche Bank no está a la altura negativa. "Tengo confianza en el Vitalicio", dice. "Tiene varios corredores con capacidad de hacerlo bien", añade, "y su director tiene experiencia para saber manejarlos. Kelme tiene un gran equipo para atacar y defenderse bien en la montaña. Banesto está bien. La ONCE está bien".

En el Vitalicio, por ejemplo, no lo ven tan claro. Javier Mínguez, que ayer sufrió su segunda baja en la carrera (el ciclista colombiano Oliverio Rincón llegó fuera de control) está revisando a la baja los objetivos del equipo que dirige. "Físicamente mis ciclistas están muy justos", dice. "Puede ser hasta imposible cubrir nuestro objetivo de ganar una etapa", reconoce sensiblemente preocupado.

El Vitalicio es el único conjunto que no ha llegado al Tour con un líder claro. Los otros tres (ONCE, con Jalabert, Banesto, con Olano, y Kelme, con Escartín), que piensan colocar a alguno en la general, esperarán hasta los Pirineos para hacer balance, diagnóstico y pronóstico, pero se preparan para lo peor.

Pregunta: ¿el ciclismo español? Respuesta: "El ciclismo español está bien, ahí están Jalabert y Olano". Manolo Sáiz lo dice sin un ápice de ironía en la voz.