El Centro Internacional del Agua de Valencia mediará en todo tipo de conflictos hidráulicos
Si la posesión de lagos y manantiales se convirtiera en un importante detonante de hipotéticas guerras en el siglo XXI, como auguran algunos expertos, Valencia podría jugar un papel destacado en las conversaciones de paz. El Centro Internacional del Agua, que se instalará en la ciudad auspiciado por la Unesco, asumirá entre sus competencias la mediación en todo tipo de conflictos relacionados con el agua. Así lo decidió ayer en Valencia la treintena de congresistas que han participado estos días en unas jornadas para definir las funciones del futuro centro.
Los colaboradores de la alcaldesa Rita Barberá respiraron ayer aliviados. En el debate del lunes los expertos en hidrología que participan en el encuentro La gestión del agua en el siglo XXI habían arrojado dos cubos de agua fría sobre las aspiraciones de la alcaldesa. Por un lado, una buena parte de los congresistas no veía con buenos ojos que el centro se ocupara de toda clase de disputas hidráulicas (sequía, contaminación, aguas superficiales y subterráneas...). Les parecía más conveniente que la nueva entidad se especializara en algún tema. En segundo lugar, algunos expertos reclamaban que el centro se dedicara sobre todo a tareas investigadoras y documentalistas. Al final, el núcleo duro del congreso, formado por dos miembros de la Unesco -los profesores indio M. S. Swaminathan y el húngaro Andras Szöllösi-Nagy- y el norteamericano Jerome delli Priscoli se reunieron hasta bien entrada la madrugada y hornearon un listado de competencias para el centro que contenta a Barberá. El Consistorio había advertido que si la entidad no se dedicaba a la "alta diplomacia" retiraría su apoyo económico y no cedería Sant Vicent de la Roqueta para instalar su sede. Atlas de "puntos calientes" Pero no basta con una declaración de principios. El presidente del congreso admitió que harán falta varios años para que el centro adquiera el prestigio necesario para que los políticos de todo el mundo confíen en su mediación. Para lograr este reconocimiento, el documento fundacional incluye la necesidad de crear un atlas mundial de "puntos calientes", donde escasea el agua. También pretenden elaborar bancos de datos sobre métodos de conservación del agua que solucionen emergencias hídridas. Así como bases de datos que incluyan a todos los expertos y el catálogo de estudios a los que se puede recurrir para resolver conflictos hidráulicos. Otra de sus ideas contempla concienciar a los líderes políticos y a la ciudadanía sobre la importancia del agua como bien económico y social. Swaminathan se agarra a las facilidades de comunicaciones que ofrece Internet, a la hora de recoger información, para justificar que el centro de Valencia estará capacitado para actuar en cualquier tipo de disputa. Para asegurarse el buen funcionamiento de la entidad, Swaminathan confirmó que piensan apoyarse en el equipo de investigadores en hidrología de la Universidad de Valencia. Paradójicamente, Barberá no contaba al inicio del proyecto con la Universidad, a la que también marginó en la candidatura frustrada para convertir a Valencia en capital cultural europea. Rosa María Rodríguez Magda, responsable de la Fundación Valencia III Milenio -organizadora del encuentro- confirmó que el centro costará unos dos millones de dólares anuales -más de 300 millones de pesetas- y abrirá sus puertas el 6 de junio de 1999. Las preocupaciones de los enviados de la Unesco se centran ahora en captar patrocinadores -han sondeado a Portugal, a países escandinavos y al Banco Mundial- para asegurar la supervivencia económica del centro, cuyas decisiones no serán vinculantes. Por otra parte, los responsables de la Acequia Real del Júcar que asistieron al congreso mostraron su oposición a cederle al Gobierno central el uso del pantano de Alarcón a cambio de la inversión millonaria en la modernización de la acequia.
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