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FRANCIA 98

Holanda se atreve con Brasil

Hiddink asegura que su equipo actuará al ataque y sin complejos

Santiago Segurola

Hay un equipo que ha decidido atacar a Brasil. "Si no lo hacemos, nos matan", dice Guus Hiddink, entrenador de Holanda, un equipo sin complejos que ha convertido el Mundial en un escenario diferente del previsto. En el tiempo de la táctica y la defensa, en la época del pseudocientífismo estéril, Holanda mantiene una asombrosa fidelidad a sus viejos valores, a las señas que hicieron de ese pequeño país un ejemplo para el resto del mundo. Ni tan siquiera Brasil se siente a salvo. Por supuesto, los brasileños son favoritos por historia y por la calidad de sus jugadores. Pero el juego ya no les pertenece, no en el sentido tradicional del término, en el que se identificaba al Brasil de toda la vida: el balón, el toque, el ritmo, el despliegue de habilidades.Si Holanda le roba la pelota a Brasil esta noche en Marsella se habrá producido un hecho histórico. Nadie se ha atrevido a competir con el equipo suramericano en este terreno. Pero Holanda está dispuesta a transgredir las normas. Hiddink asegura que jugarán al ataque y nadie duda de que lo harán. Así sucedió en la primera fase, en la segunda y en la tercera, frente a equipos menores y frente a potencias reconocidas, como Yugoslavia y Argentina. Ninguno tuvo antídoto para frenar a un equipo que marca la diferencia entre el método y la mecánica. Contra lo que aseguran los apóstoles del tacticismo (o sea, la escuela italiana), el toque no hace predecibles a los holandeses. Al contrario, les vuelve imprevisibles, incluso con unos jugadores que de ninguna manera alcanzan la categoría de la legendaria selección de los años 70 o del brillante equipo que conquistó la Eurocopa del 88.

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Esta Holanda está trufada de buenos futbolistas, pero sería difícil dudar de su victoria si contara con Ronaldo. Brasil sí dispone del tipo de artillería que sirve para ganar partidos sin merecerlo. Su juego ha sido discontinuo, su alineación sospechosa, su falta de equilibrio evidente, pero ahora Ronaldo y luego Rivaldo han solucionado los problemas futbolísticos. Hasta Sampaio, un centrocampista discretísimo, ha resultado definitivo en las fatigosas victorias de su equipo.

El partido es atractivo por todo. Por la historia y los jugadores de Brasil, por el estilazo de Holanda, por la trascendencia de cualquier semifinal de la Copa del Mundo, por las enormes posibilidades tácticas que se adivinan, por el ambiente de dos hinchadas festivas pero respetuosas con el fútbol. La hora también favorece: no se jugará bajo el sol terrible que presidió el Argentina-Holanda. Rodeado por sus míticos pretorianos -Neeskens, Koeman y Rijkaard-, Guus Hiddink parece más confiado que nunca. Hombre civilizado y amable, Hiddink no había sacado el partido preciso a sus jugadores durante sus cuatro años como seleccionador. La presencia de tres leyendas a su lado quizá ha influido en el cambio de rumbo de una selección que por fin ha aparcado sus diferencias. Por una vez Holanda se ha dejado de discusiones bizantinas y se ha dedicado a jugar. Y lo ha hecho de forma espléndida.

A Zagalo, técnico brasileño, también le han puesto un mito a su lado: Zico. Sin embargo, Brasil no acaba de recordar a las viejas selecciones que hicieron historia. Pero no se puede discutir su condición de favorita aunque Holanda esté dispuesta a atreverse con Brasil.

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