Owen, el conquistador
El joven delantero inglés se convierte en una de las atracciones del Mundial
En los trenes y en los bares, en las calles y en los estadios, los hinchas ingleses cantan a su nuevo ídolo. "Owen, the scorer, there's only one Owen the scorer" (Owen, el goleador, sólo hay un Owen el goleador). Los ingleses están orgullosos de este muchacho, un delantero menudo y valiente que no se resigna a los tópicos del fútbol. Michael Owen sólo tiene 18 años, una edad precoz para cualquier actividad profesional y también para las grandes exigencias del fútbol de hoy. Sin embargo, en este Mundial es la gran esperanza de la selección inglesa, por encima de delanteros consagrados, como Alan Shearer, o de veteranos con prestigio en las Islas, caso de Teddy Sheringham.Owen es la versión británica de Raúl: un jugador que aparece como un meteoro en el firmamento del fútbol y cautiva inmediatamente a los aficionados. Debutó en el Liverpool recién cumplidos los 17 y poco después, en mayo del pasado año, consiguió su primer gol en la Liga, frente al Wimbledon. Desde entonces su ascensión ha sido incontenible. Con 18 años y 59 días debutó frente a Chile y se convirtió en el internacional inglés más joven en este siglo. En mayo marcó su primer gol para Inglaterra, en un amistoso frente a Marruecos. En junio tuvo cinco minutos frente a Túnez y quince frente a Rumania: anotó un gol, lanzó un tiro contra el palo y le quitó el puesto a Sheringham, un protegido de Glenn Hoddle.
Con la efervescencia que siempre provoca la aparición de un muchacho, pero también con los números en la mano, la prensa reclamó con insistencia la titularidad de Owen. Hoddle no tuvo más remedio que ceder. El chico aporta soluciones que de ninguna manera puede ofrecer Sheringham. Es más dinámico, más veloz, más intrépido y más goleador. Además pertenece a una generación de futbolistas poco partidarios de la vida alegre que se disfruta entre los veteranos de la selección inglesa.
Como Paul Scholes, otro joven con aspecto de monaguillo, Owen no ha participado en ninguna de las frecuentes correrías de sus compañeros. Por ahora permanece refractario a los rigores de su súbita fama. No bebe, no se deja ver con ninguna estrella del pop, no dispone de un coche lujoso y no levanta polémicas en la prensa. Su vida es el fútbol y su pasión son los goles.
Michael Owen siempre ha tenido una relación especial con el gol. Su padre, un antiguo jugador del Everton, dice que temía por él en los partidos de barrio. "Era el más pequeño por edad y por físico, pero, pasara lo que pasara, siempre aprovechaba su instinto natural en el área".
Contra el biotipo habitual entre los delanteros centro ingleses, Owen es un jugador de físico escaso. Apenas 1,74 metros de estatura y ligero de peso. Parecería condenado a una vida difícil frente a los poderosos centrales que habitan en la Liga inglesa, pero el chico sobrevive por astucia y sentido futbolístico. Si a estas condiciones se añade la ambición para aprovechar las oportunidades, estamos ante un jugador que genera un aire fresco en el fútbol y que puede resultar fundamental para la progresión del equipo inglés.
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