"Los medicamentos están lejos de resolver los problemas psiquiátricos"
El psicoanalista francés André Green, nacido en El Cairo en el seno de una familia sefardita, es reconocido por sus colegas como el teórico en activo más importante en la materia. Sobre un profundo conocimiento de la base freudiana, Green ha creado una obra original en la que ha logrado integrar aportaciones de psicoanalistas de las más importantes escuelas europeas. El pasado viernes pronunció en Bilbao una conferencia ante una numerosa y heterogénea audiencia, formada por psiquiatras, psicólogos, médicos y profesionales ajenos al tratamiento psicoanalítico, que parecían contradecir la regresión que sufre en los últimos años el psicoanálisis. Sus investigaciones más destacadas se han centrado en el afecto y el narcisismo, entre otras áreas que le han permitido abrir nuevos campos de tratamiento. La teoría no está, en su caso, alejada de la práctica. Green, un apuesto hombre de 71 años, presume de su trabajo clínico, del seguimiento directo y constante tras el diván en el que se acuestan sus pacientes. "Hay que insistir en que el psicoanálisis no es una especulacion teórica", afirma. "No trabajamos en un laboratorio; trabajamos con seres humanos que tienen conflictos. La base es el encuentro largo, atento y tranquilo con el paciente, que acude libremente y puede interrumpir el tratamiento cuando lo desea". Green no trata de convencer a nadie de que las teorías psicoanalíticas siguen vigentes, a pesar de reconocer que pasan por horas bajas. "Es completamente evidente que existe una crisis del psicoanálisis en este momento", dice. "Sencillamente, desde que empecé a estudiar Psiquiatría oigo hablar de la muerte del psicoanálisis. Pero estoy convencido de que no será así, aunque la regresión continúe, porque ha aportado algo decisivo al conocimiento del hombre". El psicoanalista asegura que la actual situación se deriva, en buena parte, de las críticas de que reciben desde el terreno de las neurociencias. "No se por qué su desarrollo debe ser contradictorio con el psicoanálisis", remarca. Sin embargo, contraponer el psicoanálisis a la terapia con fármacos resulta inevitable, aunque Green se apresura a puntualizar que tampoco los medicamentos son el origen del retraimiento del psicoanálisis. "La química existe hace mucho tiempo. No es el hecho de dar drogas lo que hace que el psicoanalisis esté en crisis", prosigue. "Los psiquiatras más lúcidos dirán, sin embargo, que el avance de las neurociencias ha sido una gran decepción porque pensaban que las investigaciones iban a dirigirse hacia la comprensión del hombre y del hombre enfermo, pero no han dado ninguna apertura terapéutica". Desde la autocrítica -"es una disciplina que tiende a replegarse sobre sí misma", dice- Green afirma taxativamente que el psicoanálisis sigue en marcha. "Estamos muy lejos de que los medicamentos lleguen a resolver los problemas psiquiátricos". Entre los enemigos del tratamiento individualizado del psicoanálisis, Green coloca en primer lugar a los complejos industriales del sector farmacéutico. "Dominan la investigación, influyen en los premios, regalan viajes y pagan congresos. Es el dominio de los poderes económicos. ¿Qué puede hacer el psicoanálisis contra eso? Un psicoanalista es un artesano, que ve 10 pacientes al día y es pagado por unidad". El psicoanálisis es un proceso lento, que se prolonga años y años, y no ofrece las soluciones a corto plazo demandadas por las personas que se sienten enfermas. "Efectivamente, el tiempo es un problema. Es una técnica terapéutica que no para la vida, la gente sigue trabajando y llevando una existencia normal. Si durante 25 años se va construyendo la psicología del individuo, harán falta unos cuantos años para reedificarla". ¿Y el coste económico? "Hay centros en los que pueden ser tratadas las personas que no tienen suficiente dinero [en Francia]", recuerda el experto. En España, en cambio, no existe esta posibilidad y la factura de los tratamientos se dispara. A través del cine y los medios de comunicación llega una información vulgarizada sobre el psicoanálisis, que se relaciona más frecuentemente con los problemas sentimentales de las películas de Woody Allen o el tópico de la abundancia de especialistas argentinos, que con un terapia eficaz para la neurosis. "La gente tiene muchas fantasías sobre el psicoanálisis", se lamenta Green, "pero éste no es el único dominio en el que la información deforma". "Nadie se hace un psicoanálisis para conocerse a sí mismo o porque es interesante. Sólo se hace porque la persona está sufriendo", recalca Green. "Muchas personas se quejan de que el analista no les dice lo que tienen que hacer, ni les da consejos. El psicoanálisis es para pensar y encontrar sus propias respuestas. Cada uno es el profesor de su propia verdad". Y también cree que es un error atribuir al psicoanálisis el riesgo de que los pacientes pierdan la creatividad. "He tenido en tratamiento a un poeta que tenía mucho miedo y dejó de escribir por un tiempo. Una vez superado, hizo sus mejores poemas". Con todo, disfruta con las películas de Woody Allen, "diga lo que diga el psicoanálisis".
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