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Reportaje:

Corredores de granito

Si cubrir la distancia mítica del maratón supone un enorme esfuerzo sobre el liso asfalto de las ciudades, ¿cómo será sobre el abrupto terreno de la alta montaña? Las dificultades se multiplican y, para superar la prueba, es necesario tener unas piernas de piedra y una fortaleza mental tallada en granito. Un total de 149 corredores midieron ayer sus fuerzas físicas y psíquicas en el II Maratón Alpino de Madrid, "el más duro del mundo", según los propios atletas. A pesar de la dureza de la prueba, sólo 14 abandonaron antes de cruzar la meta.El vencedor de la carrera fue Félix Magunagoicoechea, vasco de 34 años y profesor de enseñanza secundaria. Tardó cuatro horas y 39 minutos en cubrir la distancia, casi diez minutos menos que el vencedor del año pasado, José Cubillo. Suyo es, por tanto, el nuevo récord. La ganadora fue Sonia Morán, la misma de 1997. La parte más dura de la prueba fue la subida a Cabeza de Hierro (la segunda cumbre más alta de Madrid, con 2.380 metros de altitud). "Es un desnivel tan pronunciado que tienes que escalar por las rocas con las manos", explicó Magunagoicoechea, que ya corrió el pasado año la primera edición de la prueba: "En el maratón del año pasado fui fundido en los últimos 12 kilómetros [llegó el tercero], pero este año he dosificado mis fuerzas y he acertado, porque he conseguido llegar entero a los últimos kilómetros", señaló.

Este corredor disputó el Maratón Alpino de Zalla, en el País Vasco, y ayer recalcó las diferencias: "Es mucho más suave que el de Madrid". El segundo clasificado fue Miguel Perdiguero Rodríguez, un camarero madrileño de 40 años. Perdiguero aseguró, tras cruzar por meta, que el maratón alpino es una prueba contra uno mismo. "No se compite con el resto de corredores, sino contra tu propia resistencia. No puedes preocuparte más que de seguir tu propio ritmo. Si no, te desconcentras y entras en barrena", señaló. Perdiguero tropezó y se cayó bajando el alto de la Bola del Mundo por un camino alfombrado de piedras sueltas. Se rasgó el muslo y se hizo "un pequeño esguince en el tobillo", según comentó.

Y es que a esta carrera ya se la conoce por su extrema dureza. La mayoría de los corredores que cubrieron la distancia lo hicieron con alguna torcedura de tobillo y con ampollas y rozaduras en los pies. Una corredora portuguesa, la única mujer de los 10 atletas de esa nacionalidad que participaron en la prueba, tuvo que ser conducida en ambulancia fuera del circuito porque se hizo un esguince de tobillo en la subida a la cumbre de los Siete Picos que le hizo abandonar la prueba.

Los corredores ascendieron a la cumbre de Peñalara, la más alta de la región, con 2.428 metros de altitud. De allí bajaron hacia el puerto de Cotos por un camino lleno de piedras y matojos que les obligó a no perder de vista el suelo por donde pisaban para no caerse.

La clave para llegar a la meta estuvo en comer bien durante la carrera para recuperar fuerzas. Y es que esta prueba hay que enfrentarla con mentalidad de montañero más que de atleta, según los corredores.

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