Campeón sin hogar
El éxito no arrastra necesariamente sólo alegrías. Por lo general, se le adhieren inconvenientes, unos más molestos que otros. Al Alavés, campeón de Segunda División y próximo debutante en la Liga de las Estrellas, le han caído toda serie de problemas encima desde que aquel 3 de mayo se agarrara a la gloria. A día de hoy carece de presidente, tras la dimisión del nonagenario Juan Arregui por razones de salud. Todavía se desconoce quién le sustituirá. Esta cuestión es, sin embargo, más un asunto de imagen que un problema en sí. Gonzalo Antón, el vicepresidente, sigue y mantendrá su actual poder absoluto de la entidad. Lo que ocurre es que huye como de la peste del sillón presidencial. Bastante más grave se puede considerar el problema del alojamiento. Mendizorroza es hoy un estadio no apto para el fútbol profesional. Carece de medidas de seguridad y otros elementos básicos. Para septiembre debe convertirse en un campo de Primera en el más extenso sentido de la palabra, con 20.000 asientos, una tribuna nueva y una silueta al más puro estilo inglés. Pero eso parece una mera ilusión en este momento. Las instituciones -Ayuntamiento, Diputación y Gobierno vasco- se han encargado del asunto, es decir, ahora Mendizorroza es una cosa de palacio. Y ya se sabe... Para que la reforma, valorada inicialmente en 1.200 millones, termine con éxito tendrá que materializarse para el 30 de agosto. Las obras, en cambio, aún no han empezado. Seguramente pasado mañana recibirá el visto bueno municipal. En parte la lentitud del Consistorio para dilatar la aprobación del proyecto, en parte la improvisación del Alavés en presentarlo, han convertido a Mendizorroza en un culebrón que tendrá en vilo a la afición de Vitoria. "¿Les dará tiempo o no?" será, a buen seguro, la pregunta del verano. Ayer el asunto, ya enrevesado de por sí, se torció un poco más. Gonzalo Antón se presentó en la alcaldía con la intención de convencer al primer edil, José Ángel Cuerda, a estas alturas, de que es necesario invertir otros 300 millones de pesetas, no previstos hasta ahora, para mejorar del césped y la instalación de las butacas. El Alavés, que contribuirá con unos 350 millones, quiere que el excedente de última hora lo paguen las instituciones. El alcalde puso reparos. Por si fuera poco, el Alavés no ha conseguido su objetivo de retrasar una semana el debú en Vitoria. Pidió empezar la Liga como visitante y lo hará como local ante el Betis. Así que a los directivos albiazules no les queda otro remedio que mirar con indisimulada envidia a sus vecinos del Baskonia, a quienes la Diputación sí terminará a tiempo la ampliación del Pabellón Álava. O también cabe la vía optimista. El vicepresidente Antón, según aseguró tras la visita al despacho del alcalde, está seguro de que si las obras comienzan esta semana se terminarán a tiempo. En ese caso, haciendo cálculos, la obra deberá avanzar al trepidante ritmo de 12 millones por día.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.