La final de la amistad

Enfrentarse en una final del Grand Slam no cambiará nada entre Àlex Corretja y Carles Moyà. Los dos buscan hoy en Roland Garros su primer título de los grandes (15.00 horas, La 2, y a partir de las 15.30 horas, TVE-1). Pero eso no impedirá que, cuando todo haya acabado, ganador y perdedor se reúnan en la embajada española y luego acaben la fiesta juntos, con sus familias y sus entrenadores.

Ayer por la mañana, sólo un día antes de la final, los dos españoles salieron juntos del hotel, cerca de los Campos Elíseos, y no tuvieron ningún problema para posar por los fotógrafos, hablar conjuntamente para la televisión y echarse flores uno a otro.

"¿Quién ganará?", le preguntaron a Àlex. "Moyà", respondió. Y el mallorquín le devolvió el cumplido. "Corretja", dijo. Los dos certificaron que la clave estará en la profundidad que logren dar a su juego. Pero no quisieron entrar ya en más detalles.

Después cada cual por su lado. Uno a entrenarse con Javier Duarte y el otro con José Perlas. Aquél fue en realidad el último encuentro de ambos jugadores antes de la final. Allí hubo cierta frivolidad. Las 24 horas siguientes van a ser muy serias.

Cada uno por su lado

Son muy amigos. "Somos más que amigos, tanto con él como con Félix Mantilla, Albert Costa o Alberto Berasategui", asegura siempre Corretja. Por eso no se evitarán. Si se cruzan se saludarán e incluso tal vez harán broma.Pero no se buscarán. Durante el último día previo a la final sus vidas se desarrollarán de forma separada.

Hay que evitar que alguno de ellos pueda obtener un cierto ascendente sobre el otro en estas últimas horas. En la pista no habrá amigos. "Los dos queremos ganar. Y haremos todo lo posible para lograrlo", aseguran.

Moyà intentará jugar dentro de los límites de la pista para poder sacar el máximo rendimiento a sus potentes golpes de derecha y de revés.

Àlex contrapondrá a eso la eficacia de su resto y su excepcional sentido de la estrategia. Hasta ahora, se han enfrentado tres veces. Dos de ellas las ganó Corretja. La última, en Montecarlo, fue para Moyà.