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Entrevista:

"Para Unión Valenciana es factible gobernar con el PP, pero no lo es menos hacerlo con los socialistas"

Miquel Alberola

Enrique Monsonís Ex presidente del Consell y responsable de formación de cuadros de Unión Valenciana En 1954 marchó a Alemania para comercializar naranjas y unos años después importaba ya el 2% de la exportación total de España a través de sus cinco firmas comerciales. En 1972 fue elegido presidente de la Cámara de Francfort y en el 74 llegó a la Federación de Cámaras Europeas, con una trepidante actividad política paralela. En 1977 regresó a Burriana con un traje de liberal y abordo del conglomerado de UCD alcanzó la presidencia del Consell preautonómico.

Pregunta. El año pasado estaba preparando unas memorias. ¿Las ha terminado? Respuesta. Sí, pero no eran propiamente unas memorias: se referían únicamente a los cinco años de la preautonomía valenciana. Lo tengo terminado pero tengo intención de seguir actuando en la vida pública y no me parece adecuada su publicación. Pueden tener más o menos consecuencias en personas que pueden sentirse afectadas, aunque están redactadas con mucho respeto, pero claro, en un libro de memoria no todo son alabanzas. Entonces, prefiero esperar unos años. P. ¿Explica algo que todavía no esté dicho? R. Algunas cosas a las que se ha dado una explicación que no es la real. Por ejemplo, por qué se fue a la autonomía por un artículo y no por otro. Hay varios factores. En primer lugar el acuerdo de los grandes partidos, UCD y PSOE, que no querían demasiadas autonomías por el artículo 151. En segundo lugar, porque la mayoría de la asamblea era distinta de ir por el 143 a ir por el 151. Y en tercer lugar porque el 151 suponía un referéndum y las encuestas desaconsejaban tremendamente ir por ahí porque en dos de las tres circunscripciones el resultado era negativo. P. ¿Por qué vuelve Enrique Monsonís a la política? R. Quiero demostrar que se puede estar en política sin aprovecharse del cargo. Yo estuve cinco años sin déficit, y mis sucesores no tienen evidentemente mi filosofía. P. Tienen más presupuesto y más competencias transferidas. R. Perdone, yo administraba menos cantidad, pero se puede administrar bien o mal. Todos dicen que administrar bien es hacer inversiones. Bien, mi primer presupuesto fue de 150 millones de pesetas y pude gastar 65 en la compra de la casa de la calle Miguelete, 5. Y estos 65 millones no tuvieron la intervención de ningún corredor ni comisionista y se pagaron en el acto. Fue una operación limpia sobre la que no recae ninguna sospecha. Piense en las inversiones que se están realizando ahora si no existe por lo menos la sospecha de que alguien se está aprovechando. P. ¿A qué casos se refiere? R. Los casos supondrían que me metiese con una u otra persona, y en todas las administraciones hay personas absolutamente íntegras y personas que los son menos. Pero acuérdese de lo de la mujer del César, que no tenía bastante con ser honrada sino que además tenía que parecerlo. A lo mejor usted hace una inversión que no forma parte de las infraestructuras que más necesitamos y usted dedica muchos millones porque se levanta en su cuna electoral y. además, usted tiene parientes próximos con una colocación millonaria en el proyecto. Y simultáneamente usted no atiende el pago de las subvenciones a las personas que cuidan a los mayores de 65 años porque no tiene fondos. Ante este panorama, cualquier ciudadano dice que allá hay comisiones para quien sea y aquí no hay para nadie. Las personas tienen derecho a pensar lo que quieran. P. ¿En sus días de presidente nadie metió la mano? R. Sí, pero lo corté en seguida. Tres personas se fueron a la calle en la misma consejería, la de Obras Públicas y Transportes. Se plastificaba una tarjeta por 300 pesetas, cuando el material costaba 12. La diferencia se la quedaban los altos cargos de esta consejería. Cuando lo supe bloqueé la cuenta y se fueron a la calle. No trascendió porque mi partido lo acalló. P. ¿Por qué ha escogido Unión Valenciana (UV) para volver? R. Yo vengo a una UV que no es la misma que hace 12 o 15 años. Hay una dirección más colegiada y un presidente que antes de actuar, escucha. Vengo a UV porque creo que es bueno que se se consolide una tercera fuerza política. En la Comunidad Valenciana hay tres grandes corrientes políticas: la conservadora, la socialdemócrata y la liberal. Yo estoy luchando para que UV, además de ser un partido nacionalista, tenga una conexión con la política general a través de la corriente liberal y de centro. Las dificultades permanentes para formar gobierno deben de ser menores porque para un partido de centro, como UV, es factible unirse a un partido de centroderecha, como el PP, pero no es menos factible que se una a uno de centroizquierda, como el PSPV. P. ¿Qué aporta usted a UV? R. Yo hago una aportación europeísta porque tengo notables relaciones con políticos europeos. Estoy en el Partido Demócrata Liberal alemán desde mayo del 1955 y hay presidentes de la República alemana que han sido mis compañeros y son amigos personales, así como ministros y otros cargos de relevancia. También aporto experiencia: hay muchos cuadros políticos que se han formado conmigo, sin que yo quiera ser un profesor, pero han aprendido a base de mi experiencia. P. ¿Consideró la posibilidad de crear un partido nuevo antes de entrar en UV? R. Sí, un partido liberal, pero había el problema de la barrera electoral. En 1983 en Castellón sacamos votos suficientes para un diputado en las Cortes Valenciana, además de 58 concejales y 11 alcaldes, con un presupuesto de 300.000 pesetas. Y el Estado pagó por nuestros votos 633.000 pesetas. En cierto sentido hicimos negocio. Pero los señores Abril Martorell y Lerma habían acordado en el Estatuto que era necesario el 5% en toda la comunidad para obtener representación. P. Más Abril que Lerma, ¿no? R. Más Abril, sí. Estábamos los tres en una mesa y yo insistía en el 3%, pero Abril me dijo: Enrique, no te empeñes porque con el 3% por provincias tú sacas tres diputados en Castellón y nos haces polvo a los grandes. Abril Martorell temía que los partidos pequeños decidieran la política. Luego, la dirección nacional del partido liberal se arrugó y cedió el partido a la Operación Roca. Pero ésta era una operación regional y, como además esta región ha demostrado siempre intenciones de intervenir en la política valenciana, me fui. P. ¿Cree en el peligro catalán? R. El "peligro catalán" es un modo de hablar, pero yo lo que sí que estimo es que hay políticos en Cataluña que creen que su poder sería mayor si se ejerciera sobre 11,5 millones de habitantes en vez de seis millones. Eso sí lo creo. Las otras cuestiones se han envenenado. P. ¿Usted fue consciente de que el tema se envenenó desde su partido, UCD? R. No únicamente. El PSOE puso en el Palau de la Generalitat una bandera idéntica a la catalana bajo el pretexto de que era la del Consell. P. Desde UCD se instrumentalizó la fuerza de choque del Grup d"Acció Valencianista, ¿no? R. Muchas veces no se puede contestar un sí o un no así de redondos. UCD fue un conglomerado de partidos y los mandos de la povincia de Valencia eran los más conservadores. Una parte de estas personas sí que estaban en conexión con este movimiento, que entonces se llamaba de blaveros. En Castellón y en Alicante éramos reticentes a lo que quería Valencia. P. ¿Quiénes eran estas personas? R. Emilio Attard y los hombres afines, como Pin y Aguirre. Luego esto lo heredó José Luis Manglano. O por lo menos éstos eran con los que yo discutía. P. Manuel Broseta ¿no jugó a este juego? R. Sí, pero en la época final. A partir del año 81: después de ser nombrado secretario de Estado, cuando estaba en contacto continuo con Abril Martorell. P. ¿Le consta que hubiese dinero de los fondos reservados del Estado para auspiciar la crispación en Valencia? R. No me consta. Sabían que a mí el dinero del Estado me costaba mucho soltarlo. Entonces, si lo hubo, no me lo dijeron.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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