Tormenta
El miedo se apoderó ayer de los mercados financieros ante la acumulación de problemas en zonas geográficas en las que el riesgo asumido por los países occidentales es muy elevado. Primero fue el sureste asiático, luego Japón y ahora Rusia. Con sus problemas, rompen la aparente estabilidad de los mercados occidentales, donde los inversores se sorprenden de que asuntos tan lejanos tengan una repercusión tan inmediata.
La sorpresa fue cualitativamente menor cuando el reflejo de los problemas ha llegado a través de WaIl Street, una referencia más habitual y de la que no se suele dudar. El martes, la Bolsa de Nueva York perdió 150 puntos y ayer llegó a bajar 142 en poco más de una hora, y eso sí que lo entendieron los inversores europeos. [Sin embargo, al cierre Wall Street había conseguido una sorprendente y enérgica recuperación. El índice Dow Jones sólo retrocedió 27,16 puntos (0, 30%) y quedó en 8.936, 57].
La Bolsa de Madrid registró la mayor caída de los siete últimos meses, con el 3,31% y en medio de un ambiente de creciente temor, ya que es la primera vez que se hace frente a un descenso pronunciado y con un mercado que lleva casi dos meses prácticamente estancado, es decir, con unas condiciones que asustan a los inversores más nuevos, de reacciones imprevisibles.
Si en los últimos días la inversión particular había asistido con tranquilidad a los movimientos técnicos de los grandes intermediarios, ayer unos y otros actuaron al unísono, en un movimiento que sólo tenía una dirección. La contratación ascendió a. 159.309 millones de pesetas. Fue el único dato positivo de la sesión, al ofrecer una garantía total de liquidez, aunque sea a costa de sufrir pérdidas importantes.
Los recortes se acumularon en los grandes valores del Ibex 35, bancos, eléctricas y comunicaciones, pero la profundidad del problema hay que medirla en la estadística de valores negociados. Sólo siete aparecían con signo positivo, frente a 128 que perdían altura. El mercado de deuda se mostró muy estable, mientras las divisas actuaron como motor de la crisis durante toda la sesión.
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