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ISLA DE LOBOS

TODO PARA NADA.

El que va delante abandona la gloria, perplejo, taciturno, como quien no acaba de creer que sale. El que le sigue comprueba, como un buen gendarme, que se cumple la sentencia de destierro. El de delante piensa tal vez volver su rostro y no se atreve: correría peligros. El que vigila atento sus espaldas no es escolta, ni ángel de la guarda por sus rizos, ni Luzbel por el rictus que se le adivina de perfil: sigue el mismo camino: Después de tanto, todo para nada" (José Hierro). Vale para los dos.

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