El Madrid tienta a su suerte
Una complicada victoria le coloca en 2-0 ante el Pamesa
La insistencia con la que el Madrid tienta a su suerte lleva camino de convertirse en una enfermedad crónica. Frente a un equipo con el piloto de reserva física encendido hace varias jornadas, se volvió a complicar la existencia hasta correr el riesgo de perder un partido que transcurría plácidamente. Esta tendencia, apreciable en otros conjuntos, trata básicamente de adquirir una clara ventaja jugando de una forma rápida, moviendo el balón con soltura y adquiriendo riesgos, y en un momento determinado dar un cambio de rumbo e intentar gestionar la diferencia a base de congelar la pelota bota que te bota, apurar las posesiones hasta los veinticinco segundos y no correr salvo que la seguridad sea plena. El efecto perseguido se suele volver en contra y lo que se consigue generalmente son tiros precipitados, fases de desorientación, en resumen, angustias innecesarias.Al Madrid no le costó casi nada poner el partido en franquicia. Victoriano le ha dotado de unas cuantas revoluciones de más y el alto ritmo impuesto en los primeros minutos zarandeó al Pamesa (26-8, minuto 10). Los valencianos están agotados, sobre todo Swinson (ha disputado 39,5 minutos por partido en la temporada regular) y se desmadejan en cuanto su contrario les exige.
Real Madrid: Victoriano (11), Herreros (15), Bodiroga (12), Orenga (4), Martin (14), Antúnez (2), Santos (0), Angulo (7) y Rogers (1)
Pamesa Valencia: Rodilla (9), Swinson (12), Luengo (8), Radunovic (4), Perry (6), Maluenda (10), Albert (4), Alvarez (6), y Alonso (3). Árbitros: Amorós, Alzuria y Arteaga. Unos 4.000 espectadores el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid.
Tirso Lorente debió pensar que era un buen día para dar minutos a todos y empezó a rotar a su plantilla a mitad de primer tiempo. El Madrid perdió gas, pero el Pamesa no estaba para nada. La reconstrucción del quinteto titular de los locales en el inicio de la segunda parte colocó el partido a un paso de la resolución (55-39, minuto 29). Lorente volvió a sentar a Victoriano y Bodiroga y el Madrid cayó en el error de otras veces. Quiso congelar el choque y acabó tiritando. A ello se sumó la decisión de Vukovic de preferir piernas frescas que extranjeros cansados: puso en cancha juntos a los Álvarez, Luengo, Malduena (atencion a este joven jugador) y Albert. Entre unos que atacaban cada vez peor y otros que defendían con mayor intensidad, el partido tomó un rumbo inesperado. Al Madrid se le nublaban las ideas y el Pamesa jugaba con la convicción que le llevó al título de Copa (60-56, minuto 35). La sangre blanca no llegó al río por un rebote de Martin (cada día más participativo), un lanzamiento de Herreros y dos tiros libres de Bodiroga, pero el susto estaba dado.
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