El Madrid gana en equipo

El Madrid se pareció a un gran equipo. Y con eso le bastó para derrotar al Pamesa con suficiencia y encarrilar una eliminatoria al mejor de cinco encuentros. No hubo gestos de heroicidad, ni muchos momentos espectaculares. El Madrid saltó a la pista para marchar con paso firme, con sobriedad, y el Pamesa se desvaneció con los minutos hasta entregarse a su rival momentos después del descanso.El Madrid se pareció a un gran equipo, y en gran medida se lo debe a su jugador más sobresaliente, Dejan Bodiroga, que ayer culminó un partido propio del que tiene recursos de sobra: talento en ataque -fue el máximo anotador, con 20 puntos-, capacidad de trabajo en defensa -controló la creatividad de Swinson-, efectividad y sentido de grupo. La figura del serbio sirvió para cohesionar a los madridistas. Animó a Victoriano cuando cometió errores, se asoció con Martins en las penetraciones, engrandeció a Orenga y fue generoso con Herreros para sacarlo de la intrascendencia en el último cuarto. Herreros terminó anotando 13 puntos en ocho minutos.

Lucas Victoriano estuvo más sobrio que en otras ocasiones pero dio un gran paso hacia su consolidación como base titular del Real Madrid. Jugó 20 minutos frente a los 12 del veterano José Miguel Antúnez. El argentino dirigió el juego con el gesto tranquilo y desafiante que lo caracteriza. Y por ese punto se notó la fractura del Pamesa: su base, el internacional Rodilla, jugó mermado por una lesión y no logró dirigir a su equipo.

El Pamesa se vio rebasado en los primeros compases. La diferencia de puntos se amplió lentamente y los valencianos bajaron los brazos entre embates aislados de Swinson, la defensa irregular de Perry y el tímido despliegue de Maluenda. El Madrid persistía en su regularidad, equilibrado en defensa, muy mejorado en el juego interior por el recién incorporado Bobby Martin, que cogió diez rebotes.

Los chicos de Miki Vukovic terminaron por despedirse de cualquier gloria con el ingreso de Angulo. Tirso Lorente movió el banquillo. Herreros, Bodrioga y Victoriano se sentaron. Y Angulo mantuvo la maquinaria en funcionamiento con anotaciones -fue el segundo máximo anotador, con 18 puntos- y despliegue. Fue otra prueba de que el Madrid comienza a funcionar como equipo.

Entretanto, el Pamesa sucumbía entre la pérdida de balones y la desconcentración total en defensa. El Madrid caminó mansamente hacia el final del partido de la mano de Bodrioga. Poco importó lo que hicieron Van Rijn y Lorenzo Sanz en sus salidas testimoniales. Bodrioga cogía rebotes y contratacaba solo, trasladaba, superaba a Radovic, Maluenda, y el que se le pusiera por delante. Como quien no quiere la cosa. Pisaba el perímetro y encestaba. Para entonces, el Madrid había encarrilado la eliminatoria.