La Eurocámara aprovecha su "sí" al euro para pedir más control del Banco Central
«Histórica jornada», «histórica votación». Fueron las palabras que más repitieron los eurodiputados antes de aprobar ayer por una abrumadora mayoria -467 a favor, 65 en contra y 24 abstenciones- el acceso de 11 países al euro. Algunos aprovecharon la ocasión para pedir que a partir de ahora el Parlamento Europeo juege un papel mayor en la Unión Europea y ejerza, además, un control democrático sobre el Banco Central Europeo (BCE).
José María Gil Robles, el presidente de la Eurocámara, fue el primero en resaltar «el acontecimiento hasta ahora inédito» que le tocaba vivir, y el ministro británico de Finanzas, Gordon Brown, le secundó subrayando el «significado histórico» de la jornada. «Nuestra ambición al crear hoy una moneda única de los países de Europa es generar mañana más empleo y prosperidad», enfatizó.Ensalzó tanto las virtudes del euro que al final de la sesión un diputado francés, Bruno Gollnisch (del ultraderechista Frente Nacional), quiso preguntarle por qué el Reino Unido no se suma a la unión monetaria, pero Gil Robles no le dejó acabar. En ese momento sólo se podían plantear cuestiones de forma.
Uno tras otro, casi todos los oradores hablaron con entusiasmo de la Europa del euro y elogiaron la labor de los padres de la nueva moneda, Jacques Delors, Helmut Schmidt, François Mitterrand y, sobre todo, Helmut Kohl, suscitando una cerrada ovación del auditorio. El liberal Grijs de Vries describió al canciller como «el mayor hombre de Estado alemán desde la posguerra».
«Diremos sí sabiendo que es la decisión más importante desde que los padres fundadores de Europa votaron en 1957 el Tratado de Roma», afirmó en tono solemne el democristiano Karl von Wogau, presidente de la Comisión Monetaria del Parlamento.
Los socialistas, encabezados por la laborista Pauline Green, se sumaron al sí, aunque su presidenta recalcó: «Respaldamos la independencia del BCE, pero su independencia no se verá comprometida si rinde cuentas». La jefa de Los Verdes, la alemana Claudia Roth, fue más lejos. Exigió «más poder para el Parlamento, un control más democrático del BCE» y, además, «combatir las consecuencias perjudiciales de la competencia fiscal» entre Estados de la zona euro.
No todos sigueron la recomendación de Von Wogau. «El euro sí, pero no así», respondió el español Alonso Puerta, de la Izquierda Unitaria Europea. «No así», porque produce «inquietud un BCE sin verdadero control democrático que sacrifique el crecimiento y el empleo a la lucha contra la inflación».
Otros dos españoles tomaron también la palabra. El socialista Manuel Medina recordó la «intensa colaboración» que los Gobiernos del PSOE brindaron a la union monetaria y celebró que el actual Ejecutivo «no haya alterado el rumbo. (...) Por eso le felicito», añadió. El popular Javier Areitio insistió en que, a pesar del euro, se debe seguir «fomentando la solidaridad» de los socios prósperos de la UE con los menos desarrollados.
Los 65 sufragios en contra del euro fueron el resultado de un curioso cóctel ideológico. En el grupo del no figuraban sobre todo euroescépticos franceses cercanos al nacionalista Philippe de Villiers, miembros del neofascista Frente Nacional francés, algún que otro verde y varios representantes de Forza Italia, conservadores británicos, ultraderechistas austriacos y, por último, comunistas portugueses, a los que se sumó el español Joaquín Miranda.
Entre los 24 abstencionistas hubo otros tres españoles, todos de Izquierda Unida: Alonso Puerta, su portavoz; Salvador Jové, el defensor del aceite de oliva en el Parlamento, y Pedro Marset Campos.
Tras la votación, Gil Robles bajó de su tribuna y a su lado se colocaron, para dar más solemnidad al acto, el presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, el ministro Gordon Brown y Karl von Wogau. Allí firmó el documento en el que el Parlamento da su visto bueno a la recomendación del Consejo de Ministros de Economía y aprueba la incorporación de 11 países a la moneda única. Por la tarde entregó el dictamen a los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince.
El próximo jueves empezarán a comparecer ante la Comisión Monetaria del Parlamento el futuro presidente del banco, el holandés Wim Duisenberg, y los otros cinco miembros del directorio que dirigirá la primera institución europea auténticamente federal. El pronunciamiento de la Eurocámara sobre sus nombramientos no será vinculante.
Los eurodiputados pretenden que a partir del verano Duisenberg comparezca cada trimestre ante la Comisión, y su revindicación se inspira en parte en el modelo de la Reserva Federal de Estados Unidos, cuyo presidente, Alan Greenspan, acude con relativa frecuencia ante una comisión del Senado.
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