Victoriano toma la alternativa

Base habemus. Una ráfaga de aire fresco inundó el Palacio y se llama Lucas Victoriano. En el día de ayer tomó la alternativa con un éxito indiscutible que debe llevarle a dirigir desde ahora los destinos de su equipo. La actuación del base madridista fue de tal envergadura que por momentos se hizo dueño del partido y tuvo incidencia directa en el hecho de que el Madrid realizase uno de los mejores partidos de la temporada. Años después, todo apunta a que nos encontramos ante un base con mayúsculas. A las cualidades técnicas que se suponen a un base, buen manejo de balón, rapidez de acción y una coherente lectura del juego, Victoriano añade otras menos tangibles pero fundamentales para alcanzar categoría. Demostró templanza a pesar de su inexperiencia en partidos de esta tensión, hizo gala de una decisión impropia de su edad (su triple de ocho metros al final del primer tiempo fue significativo) y nunca perdió el norte, sabiendo siempre lo que hacía y por qué lo hacía. La gestión del balón cuando pasaba por sus manos fue excelente, tanto en los contraataques como en los ataques estáticos. En la primera mitad del segundo tiempo, cuando los mejores momentos del Madrid obligaron al Estudiantes a una fuerte presión, su rapidez y visión provocó varias circulaciones de pelota que ya no recordaban ni los más viejos del lugar. Estudiantes se vio sorprendido y superado por el efecto Victoriano y las ganas de revancha de dos jugadores ex estudiantiles, Herreros y Orenga, y nunca recuperó el control de las operaciones una vez que la primera aparición de Victoriano liquidase la mayor ventaja estudiantil (24-17, m. 10).

Fue un partido marcado por los bases. Si Victoriano estuvo espléndido, para Azofra fue una mañana aciaga. Su partido se terminó prácticamente en el minuto 17. Un error arbitral le colocó la tercera falta. Un error de Azofra al protestar ostensiblemente le costó una técnica y psicológicamente le sacó definitivamente del encuentro. Sin su presencia, Estudiantes se fue diluyendo poco a poco de la misma forma que el Madrid entraba en un éxtasis colectivo que duró hasta el minuto 28 (45-64). Corrió sin atolondrarse, atacó la zona con propiedad y paciencia hasta encontrar el mejor tiro posible y al tirador más adecuado -Angulo o Herreros- y reboteó mejor que en otras ocasiones, faceta donde se notó la presencia de Martín, animoso y guerrero debajo de los aros. Si el encuentro no acabó con 12 minutos de antelación fue por la voluntad del Estudiantes unida a la habitual tendencia madridista a complicarse la vida. Pero la diferencia era mucha y algunos errores conceptuales del Estudiantes (mala elección en los jugadores a los que hacía falta personal) hicieron imposible la remontada.

El Madrid ganó y alcanzó el segundo puesto, pero mucho más importante resultó la confirmación de que Victoriano ya está maduro para afrontar el reto de dirigir con eficacia y así resolver uno de los problemas cruciales de un equipo que dirigido por un novato se transformó por completo.