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Tribuna:NOSOTROS, A LO NUESTRO
Tribuna
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Levitaciones previas

Nada más excitante que estos días previos a la semana de recogimiento y meditación en la que entramos, con tanto ministro de procesión en procesión como nos aguarda. Con la presentación de Extraño en el paraíso (Planeta), tercera entrega de las memorias de mi amigo Terenci Moix, puede decirse que asistí al último acto laico antes de la Semana Santa, en el marco incomparable del Palace, aunque menos seductor que el marco propiamente dicho en donde transcurren los años sesenta que, Terenci recuerda y recrea con ese arte literario que le caracteriza. El pasado, queridos, el pasado. Extraño en el paraíso retrata tan bien lo que no tuvimos, la sórdida castración cultural y vi tal impuesta por el franquismo, como el nuevo libro de Ignasi Riera, Els catalans de Franco (Plaza & Janés), pasa cumplida lista a lo que nos so bró: traidores, algunos con gran capacidad de supervivencia, como se ve por lo estupendamente que están ahora.Pronto han empezado a suceder prodigios que, lo supe enseguida, son obra de las divinas potestades y sus coristas. Santa Afonía (¿para cuándo nombrarla patrona de la Vicepresidencia?) visitó a Alvarez Cascos y Pezuñas, dejándole incapaz para contar lo que debía. Santa Cecilia hizo doblete. Por una parte, obró selectiva ceguera en los dirigentes del Real Madrid que suelen compartir mesa y mantel con los cabecillas de su hinchada ultra, así como en la prensa especializada, permitiéndoles ver sólo el arrasamiento. de portería e impidiendo que se les pararan los pelos ante la chulería nazi con que enarbolaron banderas inconstitucionales con su gallinita y su canesú, en medio de la impasibilidad policial. Por otra, la santa pa trona del cuponazo dejó cegatos por compieto a los del departamento de marketing de TVE, en su informe sobre los telediarios de las televisiones ajenas y la viga en el propio: y eso precisamente en los días en que ellos estaban abriendo toda información con un derrame de monjas, seguido por un frenesí de guardias civiles. En fin.

Mientras, a solas, en el aislamiento de mi propio domicilio, esta absurda gacetillera sufría el acoso del Gran Internauta y veía colapsarse su ordenador, lo que púsome al albur de una serie de técnicos en informática con los que conviví casi a nivel de pareja de hecho (porque nunca, hubo sexo y, conforme iban aumentando el estropicio, les iba perdiendo afecto), hasta que el servicio técnico de este propio periódico me salvó de estrangularles y de quedarme ensimismada en un drama. Salí, pues, de mí misma, sólo para admirar el gran sacrificio cuaresmal que toda la vida deberemos agradecer al presidente del Senado, Juan Ignacio Barrero, al renunciar a que le pongan un blindado de 70 millones. "Este país tiene que dejar de pensar en esas cosas, tiene que pensar en el futuro, en lo que estamos, haciendo, ¡que somos -la envidia de Europa!", manifestó, con santa ira, .a una de las teles ineptas y corruptas.

Y ahí pensé que, sin duda, se trataba de la intervención de san, Fósforo Ferrero, pues hacía mucho tiempo que yo me estaba diciendo mira que se les olvida algo: proclamar, en el mejor estilo José Solís Ruiz, que decirlo ya, que este país es la envidia de Europa. Por otra parte, no crean que me Parece bien que no le pongan el coche. Es más, creo que el señor Barrero, flanqueado por Jesús Cardenal, saliendo ambos vestidos de paisano de una limusina blindada negra en pleno centro de Belgrado, acojonarían a Milosevic mucho más que cualquier plan gaseoso que perfile Felipe González. Hay más señales que hacen prever que la S. S. va a ser de alivio. De un lado, Raphael ha sido recibido en Roma por Raffaella Carrá y el Papa, sin que la Iglesia pida perdón por ello. De otro, la Santa ídem española ha desautorizado por segunda vez al padre Repeles, recordándole que no puede ejercer el ministerio en Madrid. Ya en febrero de 1997 la Conferencia Episcopal le dio un toque al mediópata, pero éste ha seguido haciendo omiso caso, por lo cual los obispos han redundado en que ni puede distribuir obleas consagradas y otras prácticas, ni debe ir por ahí opinando. Y el pobre, que seguramente no entiende por qué Antonio Herrero sí puede y él no, ha tenido que irse a ejercer su misión en discotecas y entoldados. Se lo están poniendo a huevo para que, al final, monte la Iglesia del Marabú de María de Magdala

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