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No hay topes para el dinero

La presión del dinero sobre el mercado de renta variable se mantiene sin pausas y ayer el índice general de la Bolsa de Madrid dejaba atrás el nivel de 900 puntos. Lo que hace poco más de 12 años valía 100 hoy vale 900. Esa proporción no parece extrapolable a otros aspectos de la vida cotidiana y esto explica el atractivo de la Bolsa sobre cualquier otra opción inversora.La contratación de esta última sesión rozó los 200.000 millones de pesetas, un nivel al que el mercado empieza a acostumbrarse y que sigue poniendo el acento sobre una cuestión fundamental, la falta de papel para hacer frente a la demanda.

Aunque a primera vista pudiera parecer que el dinero acude indiscriminadamente al mercado, los altibajos en muchas cotizaciones indican que está en marcha un proceso de selección que hace rotar el dinero de unos valores a otros; en cuanto a la inversión autóctona, mientras que desde el exterior hay apuestas en firme para una serie de valores que aquí no encuentran demasiado eco.

Los desdoblamientos de las acciones también empiezan a surtir su efecto, y hay quien se refiere ya a títulos actuales poniéndoles el precio que tendrán una vez efectuada la división, y el resultado lógico es que no hay que vender.

Al final, sólo subidas como las que viene registrando la Bolsa de semana en semana consiguen arrancar algunas acciones de las carteras, pero mas por el temor que da la altura global del mercado que por el convencimiento de que sea bueno desprenderse de los títulos, para no saber bien qué hacer después con el dinero.

El mercado de deuda también disfrutó ayer de la presión compradora, que favoreció la recuperación de los precios y provoco un ajuste en la rentabilidad a 10 años hasta el 5,05%. El diferencial con la deuda alemana también descendió hasta 0,15 puntos, tocando otra vez el mínimo histórico conseguido hace seis días. Dadas las circunstancias, la cuestión es saber si el próximo objetivo de la Bolsa debe fijarse en los 1.000 puntos.

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