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Reportaje:

Lisboa estrena el mayor puente de Europa

La inauguración del Vasco de Gama, de casi 18 kilómetros, se convierte en una fiesta nacional

Fue un día de fiesta y orgullo nacional. Un gran aperitivo, a poco menos de dos meses para la inauguración oficial de la Expo 98 de Lisboa, que sin duda marcará un nuevo rumbo en la imagen exterior de Portugal. Con la asistencia de 1.500 invitados y tres televisiones retransmitiendo en directo el festejo, las autoridades lusas inauguraron ayer el puente Vasco de Gama, el mayor de toda Europa, con casi 18 kilómetros de longitud y dos pilares centrales de 2.200 toneladas de peso y 150 metros de altura cada uno. El nuevo puente sobre la desembocadura del Tajo aliviará el tránsito de vehículos por el congestionado paso del Veinticinco de Abril, construido por el dictador Salazar hace casi 32 años, y facilitará la conexión entre el norte y el sur de una ciudad castigada por un tráfico insoportable en las horas punta.El puente Vasco de Gama, la obra de ingeniería civil más importante de Portugal, ha costado 150.000 millones de pesetas, de los que el 35% ha sido financiado por los fondos de cohesión de la Unión Europea, un 33% por un préstamo del Banco Europeo de Inversiones y el resto por el Estado y las empresas privadas. Durante los casi tres años empleados en su construcción, un total de 3.300 trabajadores participaron en las obras, y 11 de ellos perdieron la vida en accidentes laborales.

El homenaje a estas víctimas no ensombreció la fiesta de este gran proyecto nacional. El ex presidente del la República Mario Soares afirmó que el nuevo puente constituye "el símbolo de los nuevos tiempos que corren en Portugal, un país que esta misma semana [por la pasada] vio anunciada su entrada en la moneda única europea y se enfrenta en buenas condiciones a los grandes desafíos de la modernidad. que nos deparará el próximo milenio". El primer ministro, el socialista Antonio Guterres, estaba radiante, y señalaba que "hasta el tiempo ha sido benóvolo con nosotros", en una mañana en la que el sol se abrió paso tras un fin de semana lluvioso. "Esta obra", explicaba Guterres, "es merecedora del orgullo y el prestigio que Portugal está despertando en Europa". El primer ministro no olvidó una referencia a España, cuyos visitantes deben asegurar el éxito de la Expo 98 de Lisboa. "A finales del verano", dijo, "estaremos conectados con España por dos autopistas a ambas partes de la frontera [Galicia y Badajoz], pero no nos quedamos ahí; en muy poco tiempo estaremos unidos por cinco autopistas, creando una importante red no sólo para la Península, sino para nuestras conexiones con Europa".

El presidente de la República, Jorge Sampaio, explicó que la envergadura de este proyecto constituye un "símbolo de las grandes transformaciones" que está alcanzando este país y "del firme espíritu de los portugueses para encarar los grandes desafios del futuro". Para el alcalde de Lisboa, Joao Soares, la construcción del Vasco de Gama "viene a confirmar el arte, la imaginación y el ingenio histórico de los portugueses", que a partir de ahora disfrutarán de "un nuevo ciclo de comunicaciones en el área metropolitana de la ciudad". Citando al escritor portugués José Cardoso Pires, autor del reciente y brillante libro Lisboa. Diario de a bordo, Joao Soares explicaba que "Lisboa nos vuelve a sorprender; esta ciudad es algo más que luz y agua. Este puente nos ofrece una nueva perspectiva del Tajo, de la capacidad de nuestros hombres y de nuestro país".

Las únicas protestas al proyecto han partido de las asociaciones ecologistas y ambientalistas lusas, que consideran que el nuevo puente "no sólo perturbará la vida de las especies protegidas en la reserva natural de la desembocadura del Tajo, sino que, sobre todo, provocará una fuerte explosión urbanística en la margen sur del ríe, que puede causar graves desastres ecológicos". A pesar de sus protestas, el país siguió la inauguración del Vasco de Gama como una gran fiesta. Y como no podía ser de otra manera en un país de, profundas convicciones católicas, el puente fue bendecido con todos los honores por el nuevo cardenal patriarca de Lisboa, José Policarpo.

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