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Reportaje:

La otra cara del 'jaguar' de América Latina

Millones de chilenos tratan a toda costa de subirse al tren del espectacular desarrollo

El diario El Mercurio acuñó la expresión "Chile es el jaguar de América Latina" para comparar la fuerza de la pujante economía chilena con los llamados "tigres asiáticos" (Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong). Los indicadores no ofrecen dudas: en los últimos 10 años Chile ha tenido unos resultados espectaculares. En disminución de niveles de pobreza y desempleo, en educación, salud... El crecimiento ha sido de un 4% de promedio, funciona el ahorro interno y el país goza de estabilidad. Aunque no todo es fantástico. Osvaldo Rosales, economista de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), recuerda que "hay una brecha relevante entre los resultados y la interpretación de los resultados" de un programa económico ultraliberal, que dio sus frutos en la recta final de la dictadura.

"Chile ha cambiado mucho en 10 años. Ha cambiado la manera de ver las cosas, las expectativas". Santiago, la capital, ha sufrido una transformación con la construcción de modernos rascacielos, o centros comerciales del más puro sabor americano en los elegantes barrios de Las Condes y Providencia. Pero Chile no es sólo Las Condes. En La Victoria, Villa Francia, La Legua, Lo Espejo y en tantas poblaciones se siente mucho menos la fuerza del jaguar. Tres de los cinco millones de habitantes de Santiago viven en los barrios del cinturón de la capital.

En la parroquia de Lo Espejo, el sacerdote Pierre Dubois explica que el auge económico ha creado una trampa en la que caen muchos chilenos, el endeudamiento: "La gente tiene niveles de ingresos muy variables e inestables. El bombardeo de la publicidad crea apetitos que no pueden ser satisfechos. ¿La solución? Vivir del crédito. Se va aplicando en el interior del país la estrategia de la deuda externa: deuda eterna".

Hay situaciones desesperadas como consecuencia del consumismo. Los intereses y la cobranza son implacables. "Una catequista estuvo a punto de perder el apartamento por el uso de la tarjeta de crédito de su marido". Héctor Salamanca, funcionario del Ministerio de Educación, gana 200.000 pesos (67.000 pesetas) al mes. "No nos alcanza, y uno se ve en la imperiosa necesidad de ser socio de las famosas financieras y las tarjetas de crédito". ¿Cuántas deudas tiene? "En tres financieras y dos casas comerciales. Y no es porque me guste". Paga más de 100.000 pesos mensuales en deudas. "Aquí se disfraza la pobreza", dice.

Las financieras que viven del crédito ponen y quitan nombres de las listas de morosos para otorgar nuevos préstamos, en un ciclo vicioso infernal. Un anuncio en un periódico ofrece: "Vendo riñón para pagar deuda". "Esta realidad crea una parálisis", sostiene Dubois. "No hay tiempo para pensar, ni leer, ni ver los informativos. Hay una crítica muy fuerte a los partidos. Las invectivas del general Augusto Pinochet a los señores políticos han calado hondo. La mayoría cree que la Concertación [gubernamental de centro izquierda] hace lo mismo que en tiempos del dictador. Cuántos jóvenes están convencidos de que Pinochet, Aylwin, Frei son lo mismo".

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"Durante la dictadura sentías el golpe del carabinero en propia carne. Veías una cara represiva. Ahora hay una represión invisible, la económica, frente a la que es muy difícil la movilización". Un estudio de la Cámara Nacional de Santiago indica que en los sectores de mayores ingresos se registra un 10% de utilización de la capacidad de endeudamiento, en contraste con el 43% de media.

En la población Gabriela Mistral, Roberto Perea es el principal sostén de una familia de cinco miembros con 150.000 pesos al mes. Su esposa, Antonia Flores, esperaba que en democracia "hubiera más oportunidades. La televisión siempre nos muestra cosas lindas, pero si lo llevamos a la realidad no es tan así. Ellos hablan de Las Condes. Yo vivo la realidad de los jóvenes, de las mujeres de mi población". "La droga es lo último que nos podía haber pasado. En dictadura la droga estaba, pero camuflada.".

Esta realidad no oculta que la situación económica de los pobladores ha mejorado. Muchos han adquirido su vivienda, con grandes esfuerzos y la ayuda del Estado. Pero el desencanto de ha política es moneda común. "No están ni ahí", es la frase más en boga para resumir el pasotismo político juvenil. "Pinochet no les interesa. Aunque la mayoría no quiere un Gobierno momio [ En las últimas elecciones aquí hubo un 40% de votos perdidos, entre votos en blanco, nulos y no inscritos".

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