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La derecha habla ya de reconstrucción tras la derrota

Philippe Séguin, secretario nacional del RPR (Asamblea para la República), el gaullismo atacado por el antieuropeísmo del Frente Nacional (FN), se la jugaba ayer. Ha intentado "renovar" el partido, y ha sido casi el único gaullista que se ha tomado en serio la campaña electoral. Hoy los resultados pesan sobre sus hombros. Jacques Chirac, que se ha mantenido en un sospechoso silencio durante toda la campaña, aspira a convertirse en el único salvavidas de la derecha y reagrupar en torno a la presidencia toda la derecha democrática. Una vez conocidos los primeros resultados, el ex primer ministro Edouard Balladur, con gesto adusto y malhumorado, decía ayer que no se trataba ni de "renovar" ni de "reagrupar" a la derecha, sino de "reconstruirla".

Pero, ¿qué significa la región en Francia? Una simple comparación basta para comprender el alcance de la descentralización o del autonomismo en el país que inventó el moderno Estado centralista. La región Île-de-France, en la que viven 11,5 millones de personas y que es la que dispone, con diferencia, de mayor presupuesto entre las 26 existentes, sólo cuenta con una séptima parte del dinero que administra la Generalitat catalana para 6 millones de habitantes.

Supervivientes

La región, en gran parte, se limita a gestionar servicios transferidos por el Estado y tiene un escaso margen de iniciativa. Varias personalidades se jugaban ayer su supervivencia. Un ex-presidente de la República, como Valéry Giscard d'Estaing, de 72 años; un ex-primer ministro como Balladur, de 69, o un ex-ministro de Cultura y Defensa, como François Léotard, de 56, han visto en las regionales la posibilidad de subirse a su último tren de la política.

Para Giscard, presidente del Consejo regional de Auvergne y líder de una corriente de la que hoy él es el único militante, la dimensión local es la que le permite seguir en activo después de haber sido derrotado incluso en su pretensión de alcanzar la alcaldía de Clermont Ferrand; para Balladur, gran víctima de las presidenciales de 1995, perder equivale a renunciar a liderar la derecha y, sobre todo, significa la ratificación de su falta de carisma ya que, si bien se ha impuesto por poco en su circunscripción de París, en la que nunca ha ganado la izquierda, ha carecido de fuerza de arrastre para lograr la victoria en la región; para Léotard, no vencer en Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA) le valdrá ser devorado por el ultraliberal Alain Madelin y el democristiano François Bayrou, que ahora van a disputarse el control de esa fracción del electorado.

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