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FÚTBOL 29ª JORNADA DE LIGA

Alfonso noquea al Salamanca

El madrileño marcó el primer gol del Betis y asistió en el segundo a Cuéllar

Alfonso, autor del gol que todavía mantiene vivo al Betis en la Recopa, fue fundamental para noquear a un rival mucho más complicado de lo que da a entender su situación en la tabla. El delantero de Getafe marcó el primer gol del partido y le dio a Cuéllar el segundo, el de la tranquilidad. Los béticos las tenían todas consigo, pero un cabezazo de Sito, el capitán salmantino, segundo jugador nacional de este equipo que marca en la Liga, evitó que la diáspora bética se produjera antes del pitido final de Carmona Méndez.Hay resultados engañosos. No porque mientan. Pero no dicen la verdad. El Betis dio un salto de gigante ante un rival teóricamente empequeñecido por su situación en la tabla que sin embargo lo tuteó tácticamente y durante buena parte del partido lo dominó con un sentido encomiable de la colocación y de la anticipación. Las ocasiones claras de que disfrutaron Lanna, Silvani, Giovanella y César Brito refrendaron ese dominio, pero no pasaron de asustar a la parroquia verdiblanca.

El Betis salió al campo como una moto y en la primera jugada ya dispuso Olías de una clara ocasión de gol al rematar de cabeza un saque de esquina de Jarni. Una volea espectacular de Cañas en esos primeros compases abría la expectativa de una goleada. Nada más lejos de la realidad. Rojo planteó un partido muy serio, una línea medular incómoda, atosigante. Su equipo era una compañía de tres soledades: Stelea, bajo los palos; Rogerio, de quinto hombre, líbero virtual que unía la artillería y la retaguardia; y Silvani delante por lo que pudiera pasar.

El resto, un enjambre de buenos jugadores en el que sobresalía la calidad invididual de Giovanella. La primera ocasión clara del Salamanca fue un disparo seco de Popescu que atajó Prats. Dos Popescu en cuatro días, uno salmantino y otro en el Chelsea. Al Betis le iba a costar trabajo hacer los deberes por muy bien aprendida que tuvieran la lección.

El Salamanca sacó al equipo anfitrión del partido, un desahucio que se prolongaría durante toda la primera parte hasta el gol de Alfonso. El Betis no podía o no sabía romper las marcas salmantinas. Luis les había hecho un edificio muy bonito, pero se olvidó de las puertas. El gol tuvo que entrar por la ventana en un córner de la casa de Jarni que Alfonso incrustó de cabeza en la portería de Stelea. Octavo gol del madrileño, que ya empieza a entrar en un registro razonable.

El gol de Alfonso garantizo un descanso apacible, metió al Betis en el partido y descubrió al fin la puerta. El Salamanca apretó en la recta final de la primera parte con más ganas que acierto. Los resultados de la jornada bailaban la situación del Betis en la tabla: cuarto o quinto. Enfrente tenía a un cuarto o quinto por la cola, pero no se plasmaba esa diferencia. Finidi desapareció del partido, pese al empeño que ponían por meterlo Márquez y Cañas, donantes de pulmones para el nigeriano.

Luis sabe que los entrenadores no hacen las alineaciones. Éstas las hacen las circunstancias. Las que le obligaron a una defensa inédita con Olías de lateral derecho y Fernando compartiendo con Solozábal la demarcación del defensa central. En el otro lateral, un Luis Fernández falto de partidos que sin embargo ofreció un buen rendimiento.

En las botas de Alfonso se cocinó el segundo gol, con la firma de Cúellar. El primer gol que consigue en su regreso bético, lo cual justifica la alegría del autor y el ceremonial casi taurino con que lo celebró. Faltaban menos de 10 minutos para la conclusión. Luis sacó del campo a Jarni y a Finidi, pensando ya en la cita de Londres frente al Chelsea. El Salamanca anda en objetivos más domésticos y, como ocurriera en la primera parte, aprovechó los últimos minutos para meterse en la zona bética.

Al equipo de Rojo le gustan las emociones fuertes, pero las inicia cuando empiezan a salir los títulos de crédito. El gol de Sito le dio una propina de angustia e incertidumbre al partido. El resultado era engañoso, pero Luis no vive de verdades sino de realidades. La diferencia era mínima, pero la alegría fue máxima.

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