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Los masones británicos, sin secretos

Tienen 14 días para entregar los datos de 161 de sus miembrosa la Camara de los Comunes

Uno de los últimos bastiones de la enraizada cultura del secreto está a punto de sucumbir en Londres, tras una impetuosa campaña parlamentaria británica para investigar los verdaderos alcances políticos del a menudo ignorado, pero omnipresente, poder de la masonería. Hasta hace poco con siderados como intocables los masones de Inglaterra tienen ahora 14 días para dar las listas de miembros que la Cámara de los Comunes sospecha que están involucrados en escándalos policiales.La súbita curiosidad británica por las logias, con sus ramificaciones que supuestamente se extienden hasta la misma casa real, recuerda un poco los azares en Italia en los años ochenta, cuando los tentáculos de la logia P-2 quedaron expuestos hasta el propio Vaticano tras el fotografiadísimo hallazgo del cadáver de su gran maestre, el banquero Roberto Calvi, un bigotudo Grado 33 que apareció colgado de una cuerda bajo el puente londinense de Blackfriars. No hay nada, de momento, que sugiera una espectacularidad similar en las averiguaciones emprendidas por el parlamentario izquierdista Chris Mullin. Pero el pasado jueves Mullin encendió la chispa bajo las sillas verdes del más que vivaz solemne ámbito de Westminster, exigió respuestas a la conexión entre los masones y el semisacrosanto e invisible paraguas que impide atisbar qué hay verdaderamente bajo los misterios masánicos, especialmente si éstos tienen que ver con el funcionamiento y métodos de la policía británica.

Mullin había solicitado informaciones al respecto hace meses. Pero fue la demanda del ministro del Interior, Jack Straw, hace- tres días, lo que actualizó una averiguación digna de Sherlock Holmes. ¿Sabía el Gobierno y el Parlamento cuáles fueron los métodos que determinaron la falsa culpabilidad de los seis de Birmingham, asociados injustamente -Se descubrió más tarde- con el movimiento guerrillero irlandés del IRA en su campaña de bombazos en Inglaterra? ¿Se ocultaron acaso datos que exculparían a otros sospechosos condenados a la cárcel por casos diferentes? Y lo que es peor: ¿existe un control masónico en la administración de justicia, y si la hermandad ha encubierto a criminales?

La única y apasionada defensa de la masonería, con su vital afán de conservar el dogma del secreto, la ha emprendido el comandante Michael Higham, representante de la Gran Logia Unida de Inglaterra, que agrupa a 340.000 albañiles modernos con el tradicional mandil, el compás y la escuadra como simbólica razón de fe en el armario de la justificación de la hermandad de los tres puntos. Higham y sus interrogadores en la Cámara de los Comunes protagonizaron un debate electrizante que el columnista de The Guardian Simon Hoggart describió como un intento parlamentario tan trabajoso que merece ser comparado con el esfuerzo que debe suponer "extraer whisky de una toalla de franela".

¿Está acaso usted diciéndonos que nos ocupemos de nuestros propios asuntos?", le espetó a Higham. el parlamentario laborista David Winwick. "Me temo que sí", fue la lacónica respuesta del gran maestre. En el centro de las investigaciones parlamentarias está la lista de 161 nombres, entre los cuales figuran 96 policías, que formaban parte de la Gran Logia Unida y que, a la vez, pertenecían a la Brigadas de Crímenes Serios de West Midland, descubierta en 1989 por varias denuncias de corrupción. Sesenta de ellos supuestamente- incluyen a algunos periodistas.

Martin Short, autor del libro Dentro de la hermandad, declaró a The Times: "Que un comité parlamentario conmine a los masones a presentartestimonios me resulta asombroso. Hace treinta, veinte,diez anos, esto era impensable. Revela que la curiosidadque ha existido durante másde cien años ha. salido finalmente a la luz".

Si Higham se resiste a cooperar con la investigación se arriesga a ser acusado de "despreciar la ley", y ello tiene castigo, al menos en los archivos históricos. de Inglaterra. La última sanción data de 1880, cuando el Parlamento mandó a uno de sus miembros a la cárcel por eso, por "despreciar a la ley".

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