Una felicidad compartida
La Real y el Athletic esconden sus ambiciones en un duelo cargado de simbolismos
El derby vasco (Televisiones autonómicas y La 2, 20.30) nace mudo. La felicidad compartida de la clasificación gratifica por primera vez en algún tiempo al vecindario y sólo se escuchan halagos mutuos y un protocolario intento de rebajar la tensión y eludir responsabilidades. La Real Sociedad aparca la disputa del liderato por lo que tiene (dicen) de coyuntural y el Athletic se aferra a la vieja máxima de que son tres puntos y un partido más, y que la Liga continúa. La pasión esta de momento fuera del recinto deportivo. De la Real Sociedad impresiona su solidez, un equipo intratable en Anoeta; del Athletic, su mentalización, que ha transmutado su aspecto de equipo pusilánime, sobre todo en estas citas "fraternales". Por todo ello, ambos equipos reservan el diálogo para el terreno de juego, aunque los derbys suelen tender a menudo al silencio del fútbol áspero y competido.El duelo vecinal motiva favorablemente a la Real, según reconoce el entorno rojiblanco. La singularidad del partido se acentúa en San Sebastián y los futbolistas blanquiazules obtienen mayor rendimiento de la adrenalina. El Athletic no ha encontrado su lugar en la hornacina emocional del derby: no quiere la confraternización y tampoco la discordia. No gana en San Sebastián desde la temporada 1990-9 1.
La Real Sociedad puede acusar la ansiedad del liderato de la misma forma que el Athletic "el síndrome de la normalidad". La Real Sociedad quiere (y puede) ser líder, por unas horas o por una semana, pero entre los jugadores y la afición prevalece especialmente el deseo de la jerarquía del fútbol vasco.
A ambos equipos les separa el suspiro de un partido (3 puntos), pero la Real Sociedad irradia el espíritu de un bloque más compacto que no se resiente con los cambios. El Athletic, por su parte, es impulsivo y apela cada vez en mayor medida al carácter emocional del fútbol; la Real Sociedad es el resultado de una inmejorable organización y una envidiable capacidad de definición.
La Real Sociedad parte de atrás. Tiene en la portería a Alberto, el mejor guardameta de esta Liga, y su defensa se sabe la lección de carrerilla. La incorporación de López Rekarte es una apuesta atrevida: ataca como el mejor a cambio de limitar su carácter defensivo. El Athletic tiene un portero en formación y una defensa reconocida pero un tanto irregular. Alkorta es el jugador más en forma, Ríos es duda y Carlos García capaz de lo mejor y lo peor. El balance es notablemente superior para la Real Sociedad.
El centro del campo rojiblanco es más imaginativo que el realista, pero menos destajista. Urrutia, Alkiza y Guerrero, con el apoyo de los carrileros, es capaz de hallar el hueco del partido. Es una línea compensada (recuperación, creatividad y llegada) pero tiende a entrar en el partido con dificultad. En la Real Sociedad, la línea media (un rombo) es más laboriosa que imaginativa, aunque su fundamento es el toque y la presión.
La Real Sociedad atesora una gama de opciones ofensivas. Kovacevic, con espacio, es un peligro constante pero desaparece cuando le incomoda el defensor. Craioveanu es un futbolista versátil y sus características resultan inadecuadas para la defensa rojiblanca: caída a la media punta, velocidad y disparo.
El Athletic es previsible en el esquema pero imprevisible en sus protagonistas. Joseba Etxebarria es el representante de la imaginación. En el campo de San Mamés sacó de quicio a López Rekarte y es el recurso individual del Athletic. Urzaiz es el recurso moral: un jugador engañoso que acompaña a su dominio absoluto del juego aéreo, una voracidad y capacidad a ras de suelo que le convierten en un futbolista difícil de marcar.
Alineaciones
Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Loren, Pikabea, López Rekarte; Gómez, Imaz, Kühbauer, Aranzabal o De Pedro; Craioveanu y Kovacevic.
Athletic: I. Etxeberria; Ríos, Carlos García, Alkorta; Larrainza, Urrutia, Alkiza, Larrazabal; Guerrero; J. Etxeberria y Urzaiz.
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