Japón comienza su examen
Los Juegos de Invierno de Nagano se inauguran mañana con muchas incógnitas
Japón comienza su examen olímpico, una prueba con muchas incógnitas pese al potencial del país. Los XVIII Juegos Olímpicos de Invierno se inauguran mañana (a las 11.00, hora local, 3 de la madrugada en España) con una ceremonia tradicional japonesa en la que participarán los inmensos luchadores de sumo. Midori Ito, ex campeona mundial de patinaje artístico sobre hielo, la primera japonesa en conseguirlo, encenderá el pebetero efectuando el último relevo de la antorcha olímpica. Uno de los últimos portadores será el activista británico contra las minas antipersonales Chris Moon, que perdió en una explosión una pierna y un brazo. El Parque Deportivo de Minami será el escenario de la ceremonia para dar paso por la tarde a los primeros partidos del hockey sobre hielo.Los Reyes de España, que llegarán hoy a Nagano, donde estarán hasta el miércoles, figurarán entre las altas personalidades presentes en la apertura, presidida por el emperador Akihito, que declarará abiertos los Juegos, y la emperatriz Michico.
El hawaiano Akebono, uno de los yokozunas o grandes campeones del sumo, será el que ejecute la ceremonia de purificación en la apertura. El acto, uno más del exótico sumo, será un rito simbólico por el que se llama la atención de las divinidades, ahuyentando además los malos espíritus. Esta vez, el círculo -no se sabe si de arena-, estará en el. Parque Minami al descubierto y con temperaturas cercanas a los cero grados.
Los temores
Seguridad, tráfico, meteorología... Son los temores. Aunque se haya querido minimizar como un acto al margen de los Juegos el atentado del aeropuerto de Narita; o aunque pueda tomarse como una broma la amenaza por Internet de otro acto terrorista en la clausura si Estados Unidos ataca a Irak. Ambos son ejemplos de que cualquier cosa puede pasar.Y aún queda la asignatura pendiente del tráfico, un suplicio en Japón, pero tremendo para una ciudad de 360.000 habitantes, donde está previsto que lleguen casi dos millones de personas. El caos está al caer y el comité organizador (NAOC) ya se ha curado en salud diciendo que en todos los Juegos ha habido ese problema.
Pero el mayor peligro, porque afectaría directamente a las competiciones, siempre pueden ser las condiciones meteorológicas. El recuerdo de Morioka pesa especialmente en el deporte básico de los Juegos, el esquí. Allí se disputaron en 1993 uno s caóticos Campeonatos del Mundo, y el problema no fue la falta de nieve sino el desastre diario. Fue de tal calibre que por primera, vez en la historia de unos Mundiales, una prueba, el su-pergigante, no pudo disputarse.
El gran problema, agravado este año con el fenómeno de El Niño, es la zona. Al tratarse de una isla, entre el mar de Japón, interior, que le separa de China, y el océano Pacífico, los cambios de tiempo son continuos. No en vano la alemana Katia Seizinger, la mejor esquiadora de la actualidad, se preguntó hace unos días el porqué se había escogido un lugar así, donde ya no sólo las condiciones de la nieve, sino incluso del hielo al aire libre para las pruebas de bobsleigh o luge, se alteran por momentos. Recordaba que todas las competiciones hechas antes como prueba habían sido un fracaso.
Katia olvidaba que la elección de esta ciudad japonesa, con muchos problemas desde el principio, fue pura política. Se le debía a Asia después de tres Juegos europeos y dos americanos. Conviene recordar siempre que es una utopía hacer unos Juegos invernales en Africa y casi, en Oceanía. La estadounidense Salt Lake City era ya mejor que Nagano, pero tuvo que esperar para el 2002. Nagano era un triunfo cantado ante Ostersund (Suecia), Aosta (Italia) y Jaca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.