La caída de los 'elefantes'
Sólo Pete Sampras ha logrado frenar un cambio generacional que se ha producido ya en los circuitos ATP y WTA
¿Qué ha sido de los grandes campeones? ¿Dónde están los jugadores que marcaron el comienzo de la actual década en el tenis mundial? La mayor parte de aquellos jugadores ha desaparecido ya del decorado y algunos otros se debaten en los circuitos buscando el momento oportuno para poner punto final a sus carreras profesionales. Sólo un jugador de los cuatro que ganó un torneo del Grand Slam en 1990 se mantiene incólume a los avatares y sostiene el cetro con mano dura y tenacidad: es Pete Sampras.
Los tres restantes se despidieron cuando su caída en el circuito empezaba a ser inevitable. Iván Lendl, campeón en el Open de Australia aquel año, soportó poco tiempo más la presión y, tras fracasar estrepitosamente en sus tres últimos intentos por ganar en Wimbledon, se alejó del tenis en 1995 con un récord de 94 títulos, 8 de ellos del Grand Slam. Andrés Gómez coronó su adiós con un inesperado triunfo en Roland Garros, y Stefan Edberg, campeón en Wimbledon aquel año, siguió compitiendo a un altísimo nivel otras dos temporadas y se retiró a la conclusión de 1996.
A otros campeones del principio de la década el final también les llegó antes del inicio de esta temporada. Los alemanes Boris Becker y Michael Stich, los únicos ganadores en Wimbledon de su país, anunciaron su despedida el año pasado y dejaron un poco más huérfano de grandes estrellas al tenis actual. Stich fue resolutivo: dijo que se iba y no se lo pensó dos veces. Becker se lo comunicó a Sampras tras perder contra él en Wimbledon, pero aún sigue yéndose. Y Andre Agassi -28 años en abril- está en medio de una laguna -se mueve por encima de los 100 primeros del mundo- de la que en este Open de Australia parece que comienza a salir.
Otros jugadores brillantes, como Jim Courier, que este año cumplirá los 28, Thomas Muster, dentro ya de los 30, y Sergi Bruguera, de 27, agotan los estertores de sus carreras profesionales, que quieren culminar con algún gran éxito. Para el español, machacado en 1995 y 1996 por las lesiones y esta misma semana en el torneo australiano, esta temporada tendrá unas connotaciones muy especiales: deberá defender e intentar mejorar sus excelentes resultados del año pasado, en que alcanzó la final de Roland Garros y del torneo de Cayo Vizcaíno.
Pete Sampras se está quedando solo para blandir sus armas con una nueva generación carente de palmarés. El circuito busca con urgencia nuevas estrellas, capaces de hacer olvidar las leyendas de otras décadas, cada vez menos habituales. Los campeones actuales se, van con las mochilas menos cargadas. Becker y Edberg, con seis Grand Slam, cierran la lista de grandes campeones. Exceptuando a Sampras -que lleva 10 títulos de los grandes-, el circuito actual no tiene a ningún jugador que supere los cuatro títulos del Grand Slam -sólo Courier los tiene.
Cuatro top-ten nunca se han coronado aún en estos cuatro grandes torneos -Bjorkman, Rusedski, Moyà y Ríos-, otro posee dos títulos -Bruguera- y cuatro tienen uno -Rafter, Chang, Kafelnikov y MusterNinguno de ellos se acerca ni por asomo a la calidad de Sampras, que domina a placer el circuito actual. Lógicamente, la nueva generación debe ampliar su palmarés e ir construyendo sus carreras. Pero puede que el norteamericano y número uno de los últimos cinco años no se lo permita. Tiene 26 años y le quedan al menos dos a pleno rendimiento.
El panorama es más desolador incluso en el circuito femenino. De las campeonas del Grand Slam de 1990 dos se han retirado -Navratilova y Sabatini- y las otras dos se mantienen en la élite mundial aunque sus actuaciones son cada vez más esporádicas: Steffi Graf y Monica Seles. La primera pasó en blanco la pasada temporada por culpa de las lesiones y la segunda, con problemas de forma, no logra la concentración que la hizo famosa, agobiada por la terrible enfermedad -cáncer de estómago- que padece su padre.
En el WTA Tour apenas hubo reparto. Entre Graf y Seles ganaron 20 Grand Slam de los 24 que se disputaron entre 1991 y 1996. Sólo las españolas Arantxa Sánchez -Roland Garros y Open de EE UU 1994- y Conchita Martínez -Wimbledon 1994- y la francesa Mary Pierce -Open de Australia 1995- rompieron su hegemonía. Hasta el año pasado. En 1997, la continuada ausencia de Graf y el mal momento por el que pasaron Seles, Arantxa y Conchita propiciaron el nacimiento de una gran estrella: la suiza Martina Hingis.
Pete Sampras encarna una dicotomía esperpéntica: es el único jugador que frena la caída inexorable de los elefantes, pero al mismo tiempo impide con su calidad la regeneración de la especie. Mientras él permanezca será difícil que otros jugadores carguen su palmarés de grandes triunfos. En el circuito femenino, en cambio, la mutación ya se ha producido. El mayor seguimiento lo logran ahora jugadoras que se mueven entre los 15 y los 20 años: Hingis, Venus y Serena Williams, Anna Kournikova y Lindsay Davenport.
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