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FÚTBOL 20ª JORNADA DE LIGA

El Deportivo sobrevive en la agonía

Un gol de Djalminha tumba al Tenerife en el minuto 86

Xosé Hermida

Por segundo domingo consecutivo el Deportivo ganó en plena agonía, con el peso del. reloj colgando del cuello y el rival acantonado en su área. Sólo restaban cuatro minutos cuando una magnífica volea del resucitado Djalminha logró de nuevo sacar al equipo de un serio apuro. Pero esta vez el Deportivo ofreció algo más que el simple resultado. Los gallegos fueron mejores durante casi todo el partido y su acometida final les premió una tarde laboriosa y un fútbol más que aceptable para lo que estaba siendo habitual en Riazor. El Tenerife, abonado al catenaccio, acumuló todos los méritos del mundo para recibir su postrero castigo.Medio año y muchas broncas después, Djalminha se enteró al fin de que jugar al fútbol no es lo mismo que hacer virguerías para impresionar a las garotas de Ipanema. A Djalminha se le encendieron las neuronas y comprendió que por mucho talento individual que se atesore es necesario también un punto de combatividad y de sentido del juego colectivo. El brasileño cayó del cabaIlo y a los ocho minutos de partido el fútbol regresó a Riazor tras largas semanas de ausencia. Djalminha y Fran se encontraron por primera vez en vanos meses, hilvanaron una electrizante combinación en la izquierda y en la boca de gol Abreu avisó a Ojeda de que le esperaba una tarde de ajetreos.

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La jugada fue el preludio de una primera parte que levantó un tanto el ánimo de la pesarosa hinchada blanquiazul. En torno a la metamorfosis de Djalminha se juntaron las prestaciones siempre garantizadas de Fran y el nuevo efecto producido por Abreu, un tipo que parece tener el rectángulo del área grabado en su código genético. El uruguayo se erigió en el dueño de todos los balones aéreos y rondó el gol en cada aparición ante las narices de Ojeda. Entre ese renacer general hasta acabó apareciendo Flavio, de quien, tras un año en el equipo, la afición ya empezaba a sospechar que era un impostor que había suplantado al centrocampista de la selección brasileña.

Del Tenerife sólo cabe consignar, la actitud roñosa con que encaró un duelo que podía condicionar su futuro inmediato. Resulta alarmante, para el fútbol en general, que un equipo con jugadores como Kodro, Jokanovic o Robaina, un equipo que puede permitirse el lujo de sentar a Juanele o a Pinilla en el banquillo, no ofrezca más argumentos que el cerrojazo puro y duro. El Tenerife se olvidó de la pelota hasta la segunda parte, cuando Jorge sentó a Domingos, que pasó por Riazor sin ofrecer señales de vida, introdujo a Makaay y el equipo cobró la vitalidad que no había tenido hasta entonces. Ante la tímida reacción visitante el Deportivo se fue evaporando. Perdió el control del juego por momentos, agudizó su tendencia a prescindir del costado derecho y regresó a donde solía: a esperar que el genio de Fran hallase una salida al laberinto. Y así ocurrió. Bastó que el gran zurdo gallego encontrase a Djalminha.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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