La Real sigue dueña de su feudo
El Sporting, que ayer mereció más, sigue cayendo
La Real y el Sporting resolvieron la disputa mediante un procedimiento matemático, de tal suerte que las andanzas futbolísticas de ambos concluyeron como una división con decimales, pesada y farragosa, que arrojo unos dividendos miserables. Los asturianos se llevaron la peor parte, porque no fueron capaces de invertir el signo de su caída. Se encontraron con algo muy diferente al equipo rocoso que es la Real en su jurisdicción.Empezó muy arropado el Sporting y excesivamente calculadora la Real; se entiende que las expectativas de sumar una victoria por un cauce, cómodo le concedían la posibilidad de patentizar un fútbol con constantes triangulaciones. Se prolongó la espera con la incertidumbre de toparse con un arrebato técnico de Ledhiakov o un zarpazo lejano de Tomás, aunque éstos no asomaron apenas.
El primer tiempo terminó con una fase muy deslucida, con muchas imprecisiones. La Real se durmió y protagonizó episodios discretísimos, hasta provocar la desesperación en su banquillo.
El ímpetu acucioso no despertó entre los jugadores donostierras, donde nadie se arrogó atribuciones de caudillo sobre el césped. El Sporting fue comiendo centímetros hacia el frente y le plantó cara a la contienda. Por momentos llevó los galones, pero no disparó su traca.
Atrapados por la desgana, como si estuvieran descontentos con su salario, los locales se encontraron de frente con una bonificación extra cuando Craioveanu improvisó un gesto de ballet para enseñarle a Ablanedo el hueco de la escuadra. El síndrome de la desesperación recorrió las piernas de los sportinguistas como el ácido corroe el metal. El partido, de un plumazo, se convirtió en un imposible para ellos. Pero intentaron equilibrar el partido como si de remontar a nado una catarata se tratara. Lo consiguieron con un tiralíneas que nació de Nikiforov y encontró la mediación de Velasco y la rúbrica de Luna.
El choque adquirió otro rango porque el Sporting le traspasó los problemas a la Real, que continuó igual de impreciso y ni siquiera voluntarioso. El Sporting presentó mejores recursos en todo momento. Aunque daba la sensación de guarecerse sin disimulo en el empate, logró meterle el miedo a la Real. Luna tuvo en sus botas la primera victoria de la temporada, pero los peores presagios se ensañaron con el Sporting. El penalti sobre Craioveanu, ayer vulgar pero protagonista en los dos goles, le descolocó por completo.
La derrota fue una humillación injusta. Pero siempre le pasa algo. En Anoeta le ocurrió lo peor. Para recrearse en su desgracia, en el descuento Álex falló a puerta vacía.
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