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Entrevista:

"Madrid está lleno de forjados nobles, sobre todo en sus alturas"

De pequeño ya reparaba los radios de las ruedas de su triciclo a fuerza de martillazos. En el banco de trabajo de su padre fabricaba sus propios buriles machacando clavos con una piedra, y después los utilizaba para tallar madera. Siempre buscaba los trozos de tronco más enrevesados. Otras veces convertía pedazos de chapa en cochecitos o se hacía un molino de agua con cañas, palillos y un higo que distraía de la cocina. La imaginación de Manuel Guardia (Granada, 1935) era febril de niño y continúa siendo caudalosa a sus 62 años. Para él, la jubilación no existe, pues ya siente "júbilo" modelando el hierro, un sueño que convirtió en profesión a los 13 años y que ahora acaba de brindarle un diploma de la Cámara de Comercio al Artesano Madrileño Tradicional. Manuel Guardia lleva casi medio siglo emulando a Vulcano en su fragua de Villaviciosa de Odón. Allí resucita el hierro inerte golpe tras golpe y el acero se vuelve dócil entre sus dedos. Con idéntica facilidad le salen candelabros barrocos para las iglesias o figuras de tamaño natural para los escaparates de una firma internacional de ropa.Pregunta. ¿Qué horizonte tiene la forja en un Madrid de cemento y asfalto?

Respuesta. Varía según las épocas. Ahora estamos en un momento en que las personas se interesan más por la forja para la decoración doméstica y de tiendas. Supongo que es algo relacionado con la moda y el nivel de vida de la gente. Cuanto más alto es, mayor interés existe por los trabajos nobles, desechando la bisutería.

P. ¿En qué ha variado su arte desde los anos sesenta hasta hoy?

R. En la calidad, fundamentalmente. Antes se hacían trabajos más económicos. Se trabajaba mucho con tubos que tienen el mismo perfil que el macizo, pero es un material muy efímero. La penetración del óxido es más rápida. Ahora se pide el hierro macizo y más elaboración.

P. ¿Qué le debe Madrid a la- forja?

R. Grandes cosas y buenos talleres de profesionales muy serios. Madrid está lleno de trabajos nobles, sobre todo en sus alturas. La fachada del Banco de España es un auténtico monumento; el palacio de Linares, una maravilla, y los balcones de muchos edificios son un derroche de filigrana. No hay más que ir mirando hacia arriba para encontrar verdaderas obras de arte.

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P. ¿Qué opina de los que se autodenominan artistas tras retorcer un amasijo férreo?

R. Hay que respetarles porque en todas las épocas se ha menospreciado al artista nuevo. Con el paso del tiempo, muchos han demostrado su valía. De todos ésos, al final saldrán dos o tres buenos, como ocurre con los músicos, por ejemplo. Yo al principio tampoco hacía las cosas como ahora. Es la experiencia y uno mismo los que se van exigiendo mejores acabados.

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