La importancia de un partido instranscendente
Hay veces que ciertos partidos de fútbol, pareciendo intrascendentes a priori, llegan a ser decisivos en la moral de un equipo. Los futbolistas, las personas en general, están influidos por estímulos, y la necesidad de positivizar esos estímulos, en el caso de los primeros, viene indefectiblemente unida al juego y a los resultados.Hace cinco años, el Athletic jugaba en Gijón un partido cuya única importancia era conseguir los dos puntos (no tres, como ahora). Era entonces el Athletic un equipo tocado después de dos campañas coqueteando con la promoción. En el ánimo de los jugadores estaba más presente el evitar que se repitieran los apuros y el sufrimiento de la Liga' finalizada que conseguir una clasificación para la UEFA, tal y como había solicitado el nuevo técnico, ante el estupor general, el día de su presentación. Éste prometió que si en Navidad el equipo estaba situado entre los cinco primeros de la tabla contrataría a un músico alemán, amigo suyo, para amenizar alguna cena navideña. Los jugadores bromeaban comentando que, en caso de alcanzar esa clasificación, a quienes deberían traer era a los Rolling Stones. Daba la impresión de que el entrenador tenía más confianza en el equipo que la propia plantilla, prácticamente con los mismos nombres de la temporada anterior, más algunas incorporaciones, a la postre significativas, del equipo filial.
El resultado fue de 0-4, y el juego desplegado por el Athletic aquella tarde, memorable. Según una persona vinculada al club y con experiencia siguiendo al el quipo, aquél fue "el mejor partido que había jugado fuera de casa el Athletic en mucho tiempo". No hubo estrategia especial, ni una preparación excesivamente minuciosa del encuentro respecto a otros. El entrenador valoraba más su trabajo diario y el tratar de crear un clima profesional y comprometido entre sus jugadores que el sorprender a los contrarios con tácticas magistrales.
Visto ahora, desde la perspectiva del tiempo, quizá alguien piense que no fue para tanto. Los resultados posteriores y la condición de campo talismán que tiene El Molinón pueden desacreditar, en parte, lo sucedido ese día. Da lo mismo. Lo esencial es lo que significó para los que estaban en aquel vestuario y la influencia que el nuevo técnico tuvo en todo ello. No puede decirse que el mundo cambiara de color, pero la convicción con la que el equipo comenzó a afrontar los partidos a partir de entonces fue diferente. Aquel entrenador era Juup Heynckes.
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