Jimenez resuelve un partidazo

Faltaban 22 segundos para que finalizara un partido que nunca debió finalizar, por modélico, por espectacular, por la lección de baloncesto que regaló. Andaba el TDK por debajo en el marcador (85-84). Sacó de fondo y Creus se adueñó de la pelota. A falta de cuatro segundos soltó la mano y clavó el triple (85-87). Pareció, sólo pareció, el punto final. Porque Vecina anduvo presto y se la dio a Jiménez, que antes de pisar la línea divisoria, a 15 metros de la canasta, lanzó. La bocina sonó mientras volaba aquella pelota de pinta imposible. Que entró, vaya si entró.Así se resolvió un partidazo, un duelo de ensueño. Si el baloncesto recupera su esplendor habrá que culpar de ello a equipos de este pelo. Ganó el Estudiantes porque la fortuna así lo quiso en cuatro segundos. La canasta de la Liga dictó sentencia, aunque el TDK firmara el acta bajo protesta. Su queja no se basa en el lanzamiento de Jiménez, que se produjo antes de que sonara la bocina, sino en que ésta se disparó con retraso. Concretamente, un segundo y tres décimas.

Antes, los dos contendientes le habían hecho un homenaje al baloncesto. Una maravilla. Se alternaron en el mando del partido sin renunciar nunca al buen gusto. Comenzó dominando el Estudiantes, 25-15 en el minuto 10, pero se esmeró su rival en las ayudas defensivas y equilibró el asunto. Thompson era una máquina de hacer puntos cuando su técnico lo mandó al banquillo. 27-22 ganaba Estudiantes. Un minuto y medio después volvió. 28-29 ganaba entonces el TDK.

Se mantuvo la igualdad hasta el descanso (40-41). Vandiver enseñó a Whisby cómo detener a Alston y la batalla interior dio paso a un intercambio de triples que pareció de concurso. Iluminado estaba Capdevila en la faceta. Pero también Azofra, el mejor de todos, capaz de mantener entero al Estudiantes. Cinco triples consiguió. Con todo por resolver volvieron los jugadores a la pista tras un tiempo muerto y el TDK sacó de fondo. Restaban 22 segundos, Creus hizo un triple, el reloj, según el TDK, se detuvo, Vecina sacó de fondo, Jiménez lanzó, sonó la bocina y llegaron el éxtasis de unos, la indignación de otros y la, cancioncilla de rigor: "Que salgan los toreros". Debieron salir todos, no sólo los del Estudiantes.