Sigue el maleficio de La Romareda

El maleficio de La Romareda sigue pesando sobre un Zaragoza que lleva seis meses sin ganar en su estadio. Ante la Real exhibió su mejor fútbol y acorraló al rival, pero careció de la efectividad que se precisa para ganar un partido. Los aragoneses dispusieron de numerosas ocasiones de gol, incluso un remate de Pier se fue al palo, pero aún así nunca lograron descomponer a una Real que muestra una solidez y una claridad en su fútbol tremendas. Los donostiarras mantienen la contundencia defensiva que siempre les ha caracterizado y han ganado en la concepción del fútbol de ataque.El Zaragoza aceptó en el primer periodo el reto realista de encarar el encuentro desde planteamientos físicos. Fueron 45 minutos de contacto, desgaste, pelea en el medio campo y un fútbol vibrante para el público, a pesar de su sencilla concepción técnica. Incluso hubo claras ocasiones de gol, aunque llegaran como fruto de despistes defensivos.

La Real no ofreció sorpresas y demostró que ha asimilado el fútbol de Berrid Krauss. Un juego de conjunto, en el que cada jugador conoce perfectamente su tarea y que tiene su fundamento en una intensa presión por todo el césped. Más llamativa fue la actuación del Zaragoza. Por primera vez en la temporada se mostró como bloque, hizo circular el balón y abrió el Juego hacia las bandas. Sigue careciendo de llegada, pero tras cambios y pruebas durante ocho jornadas, Luis Costa ha dado con Wooter y Pier como pareja atacante y el equipo ha ganado en profundidad y verticalidad.

Fue en el segundo periodo cuando el Zaragoza dejó mayor constancia de sus posibilidades. Durante media hora acorraló a la Real y dispuso de media docena de ocasiones. Alberto, el poste y la ansiedad que atenaza a los delanteros zaragocistas impidieron sin embargo que el Zaragoza obtuviera frutos. Krauss esperó pacientemente a que pasara el vendaval y exigió a sus hombres que continuaran el desgaste sobre los jugadores zaragocistas. Y sobre todo estuvo más clarividente en los cambios. Incluyó a Craioveanu y Kuhbauer y ganó en llegada. El último cuarto de hora fue el mejor de los realistas, cuando dispusieron de mejores ocasiones y cuando pudieron desnivelar la contienda.