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BALONCESTO LIGA A. C. B.

El Madrid hace sangre en el Palau

La brillantez madridista deja en evidencia el crítico momento que atraviesa el Barça

Robert Álvarez

Diez minutos y a casa. En tan corto espacio de tiempo quedó desvirtuado ayer el clásico en el Palau Blaugrana. No había ya partido, sino un equipo que atacaba y otro que se debatía para no ser vapuleado. No se recordaba, en los tiempos modernos del baloncesto, un Barça-Madrid tan decantado. El estropicio que causó el Madrid fue espectacular. Djordjevic, la estrella azulgrana, personificó el desconcierto de los suyos. Optó por la vía de la rabia y el coraje, pero acabó desquiciado. No hizo, sino acabar de empujar al precipio al Barça.El Madrid se personó en el Palau con un sorprendente planteamiento -Santos como base y Arlauckas y Herreros en el banquillo- que desarrolló de forma impecable, y acabó haciendo todo el daño que supo y que pudo. Fue enorme. El partido le fue de cara, pero no bajó la guardia ni un solo segundo. Se fue con facilidad (19-34), antes del descanso ya había sofocado los intentos de reacción azulgrana (de 29-36 pasó a 30-51) y mediada la segunda parte se cebó en los males de su rival. Subió la diferencia a cotas delirantes, 30 puntos, contempló cómo Djordjevic se tenía que ir al banco después de sumar su segunda falta técnica, anotó un triple con Nicola tumbado por un golpe involuntario que le había propinado su compañero Mustaf y acabó dando entrada al hijo del presidente madridista, Lorenzo Sanz, que además anotó una canasta que festejó a lo grande con Arlauckas. Un escarnio para la hinchada azulgrana.

La cuenta corriente del Barça empieza a sufrir los efectos del uso prolongado de la tarjeta de crédito de Manel Comas. Su proyecto, por su carisma, por la calidad intrínseca del grupo sobre el que manda y porque no ha hecho sino arrancar, merece tiempo. Pero la realidad es tozuda y no contempla esas premisas. Lo cierto es que la de ayer fue su sexta derrota en 11 partidos de Liga.

La reincorporación de Djordjevic se esperaba como agua de mayo en las filas azulgrana. Pero el base yugoslavo, relevó a Rafa Jofresa cuando ya el Barca iba a rebufo. Su presencia, lejos de ayudar, contribuyó a desordenar aún más las ya confusas ideas del grupo azulgrana. Su gesto de rabia arrojando al parqué la careta con la que se protege de su reciente operación en el tabique nasal es loable porque revela su espíritu indomable. Pero si en otros deportes no basta con ello, en el baloncesto aún menos. Además, la posición de base era uno más de los lunares del Barça, pero ni siquiera el de mayor relevancia. Mucho más dañina era la incapacidad defensiva bajo el aro, donde Mijailov anotó con impunidad y el perfecto aprovechamiento que hizo Angulo del espacio que le dejaba Esteller en su intento por ayudar a sus pívots.

El Barça es, hoy por hoy, un equipo con excesivos puntos débiles. Rentzias no acaba de dar la talla, Nicola mejoró ayer, pero Comas lo llevó rápidamente al banquillo, presumiblemente por las tontas faltas que cometió; Djordjevic tiene que volver a coger el ritmo; Xavi Fernández, recuperar el esplendor, y el equipo en pleno, mejorar su ridículo balance reboteador (10 por 18 del Madrid en el primer tiempo). Eso, entre otras cosas si no desea malvivir en la zona media de la tabla y volver a quedar expuesto a otro correctivo como el de ayer.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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