España exige la gestión militar conjunta del aeropuerto del Peñón para quitar las restricciones restricciones
El Gobierno español exige una gestión militar conjunta del aeropuerto de Gibraltar como condición mínima para levantar las restricciones militares al Peñón. El Reino Unido ha advertido que no aceptará la integración de España en la nueva estructura militar de la OTAN si no se levantan dichas restricciones, de carácter naval y aéreo. El contencioso de Gibraltar y el desacuerdo entre Grecia y Turquía en el Mediterráneo oriental son los únicos puntos pendientes de la nueva estructura de mandos de la OTAN, que debe ser aprobada el próximo 1 de diciembre por el Comité Militar de la Alianza.
España considera que la gestión militar conjunta del aeropuerto del Peñón no debería resultar problemática, pues el Reino Unido aceptó su uso compartido para el tráfico aéreo civil en el acuerdo de diciembre de 1987. Dicho acuerdo no ha entrado en vigor por la negativa de las autoridades locales a ratificarlo, pero en el caso militar este obstáculo no se plantea, pues las competencias sobre defensa son exclusivas de la metrópoli y el gobierno gibraltareño no tiene nada que decir al respecto.La propuesta de gestión militar conjunta del aeropuerto no ha sido formalmente planteada a Londres, aunque sí de modo oficioso. También lo ha sido otra oferta ya descartada: que la base de Gibraltar dependa del futuro mando de la OTAN en Madrid. Esta posibilidad, de muy difícil encaje en la nueva estructura militar, es rechazada por el Reino Unido y, además, fuentes españolas reconocen que ni siquiera están claras sus ventajas para España.
El presidente José María Aznar y el primer ministro británico, Tony Blair, tuvieron ocasión de constatar, el pasado día 10 en Estrasburgo, lo alejados que están sus puntos de vista. Blair sostiene que España debe levantar las restricciones militares al Peñón si quiere integrarse plenamente en la OTAN, pues no caben limitaciones entre dos países que pertenecen a la misma cadena de mando.
Aznar replica que las restricciones responden a un problema bilateral y que Londres no puede utilizar la reforma de la OTAN para ganar posiciones en el contencioso del Peñón. Para España, la supresión del mando aliado de Gibraltar no es una concesión británica, sino una consecuencia de la desaparición de los mandos de cuarto nivel en la nueva estructura militar, por lo que no cabe hablar de contrapartidas.
Antes del verano, los británicos pidieron a España el levantamiento de las restricciones militares a cambio de una declaración bilateral en la que se haría constar que esta medida no afecta a las respectivas posiciones sobre Gibraltar.
Las restricciones militares son de dos tipos: navales y aéreas. Las primeras, que impiden atracar en puertos españoles a los buques con origen o destino en Gibraltar, son una manifestación del malestar de España por la pervivencia de una colonia en su territorio.
Las segundas tienen más calado jurídico, pues la negativa española a que los aviones procedentes o en tránsito hacia el Peñón atraviesen su espacio aéreo o aterricen en su aeropuertos se debe a la ilegalidad del aeródromo gibraltareño. Éste fue construido en el istmo que une Gibraltar con La Línea (Cádiz), una zona ocupada ilegalmente en el siglo XIX que no fue cedida en el Tratado de Utrecht.
Para España, la oferta británica de levantar las restricciones a cambio de una mera declaración resulta inaceptable, pues supondría un reconocimiento de facto del aeropuerto, y sólo su gestión conjunta salvaguarda los derechos españoles sobre el istmo.
Fuentes aliadas sostienen que si la intervención de EE UU logra un acuerdo entre Grecia y Turquía antes de diciembre, las presiones sobre España y el Reino Unido para impedir que el terna de Gibraltar bloquee la reforma de la OTAN serán fortísimas.
Dicha estructura debería ser aprobada el 1 de diciembre en Bruselas por el Comité Militar de la OTAN, a nivel de jefes de Estado Mayor, para su ratificación los días 2 y 3 por los ministros de Defensa. Si no fuera posible el acuerdo en esa fecha, habría una última oportunidad en la reunión de los ministros de Exteriores aliados, los días 16 y 17 de diciembre.
Antes, el 10 de diciembre, el ministro Abel Matutes y su colega británico, Robin Cook, se reunirán en Londres para hablar sobre Gibraltar, dentro del proceso abierto en Bruselas en 1984.
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