Cien años sin soledad
Pichi Garizurieta, de 89 años, único superviviente del primer Athletic en la Liga
El Athletic, hermanado con el fútbol inglés, siempre ha compartido el eslogan del Liverpool que cuelga de Anfield Road: "Nunca caminaréis solos". La religión rojiblanca ha mantenido durante cien años su fe en la Catedral, sin soledad alguna, en la convicción de que la feligresía mantenía intacta la tradición y su liturgia. La memoria viva de ese periodo la conserva intacta Juan Garizurieta, Pichi, el único superviviente de la va. primera alineación rojiblanca en la Liga, que a sus 89 años renueva cada día su pasión por el fútbol, aunque una tendinitis le impide asistir a los actos del centenario y ocupar su lugar en la tribuna de San Mamés para admirar un fútbol "que no es ni mejor ni peor que el de antes, sólo diferente. Antes buscábamos los goles; ahora se pretende no encajarlos", asegura sin un ápice de nostalgia.El Athletic vive con pasión el centenario, un tributo al orgullo histórico y al placer de la diferencia, algo así como la confirmación secular de una filosofia elevada a la condición de auto de fe. La indiosincrasia del Athletic no figura en los escritos. Echando la vista atrás,, Juan Garizurieta lamenta que no se prodiguen tanto como antes los jugadores vizcaínos, y culpa, entre otros, al Barcelona, "que se lleva a los chavales a cambio de pagarles la carrera". Pichi gestiona con humildad sus títulos: cinco de Liga y cuatro de Copa. ¡Quién puede decir lo mismo!".
Se estrenaba la Liga cuando Garizurieta llegó al Athletic procedente del Erandio para incluirse en lo que sería después "el mejor Athletic que ha existido jamás, lo que nosotros definíamos como el Athletic invencible". Tras la primera Liga ganada por el Barcelona, el Athletic se adueñó de los títulos de la mano de Mr.Pedand, "el míster inglés", que conseguía galardones al mismo ritmo que los futbolistas le destrozaban bombines para celebrarlo. "Tanto es así", recuerda Garizurieta, "que, cuando íbamos ganando una final y quedaban cinco o diez minutos, Mr. Petland se quitaba su bombín y mirándolo fijamente le decía: qué poca vida te queda".Fue un rito que se repitió con asiduidad, gestando la leyenda rojiblanca. El público sacó una canción, la única que festeja, no a un jugador emblemático, sino a una alineación entera. En Bilbao se hizo popular el cántico. "Aúpa, Txími; aúpa, Blasco, Goros [tiza], Pichi, Careaga y Velasco, Castellanos, Bata y Felipés, Roberto, Muguerza y el míster inglés". De todos ellos, sólo Pichi sigue vivo custodiando aquella memoria en su residencia de Algorta, Vizcaya, sin darle más importancia de la que tiene y reconociéndose como albacea de aquella tradición. "En aquella canción faltaba Lafuente y entró en su lugar Felipés; Lafuente se lesionó yendo en una moto y lloraba en el vestuario porque no podía jugar", señala con ironía y prodigiosa memoria.
PRECURSORES. Aquel equipo fue el gran Athletic de los éxitos continuos, aunque la delantera histórica (Iriondo, Venancio, Zarra, Pa nizo y Gaínza), por más artística y cercana, haya resumído la pasión de la feligresía. En cierto modo, Pichi preconizó el posterior fútbol de Panizo. "Yo era un volante derecho que jugaba por la izquierda inicialmente. A base de entrenamiento [aunque sólo lo hacían dos veces por semana] llegué a dominar la zurda mejor que la derecha, que era mi pierna natural. ¡Pero ya rompí vallas en los entrenamientos, ya! Así se aprende". Luego retomó a su posición natural, convirtiéndose en el mejor lanzador de Gorostiza Bala Roja.El fervor había calado en Bilbao, en cualquier caso, y la celebración de cada título se convertía más en una huida que en un desfile. Lejos de la organizada gabarra, del balcón municipal ' "entonces nos llevaban a hombros y no podíamos andar por la calle. Tanto es así", asegura Garizurieta, "que en una ocasión nos tuvimos que esconder en una habitación de la calle de San Francisco porque de lo contrario no hubiéramos pisado el suelo". El Athletic vivía su primer esplendor. Pasada la época jurásica de la camisola blanquiazul (hoy segundo equipamiento), de los mostachos retorcidos y el pañuelo en la cabeza, aquel equipo de Petland anunciaba un fútbol tan visceral como precursor. Pichi había llegado al Athletic con la aureola de niño prodigio "porque me regateaba a los once rivales en el Erandio. Me llamaron Pichi por alusión a Pichichi y sobre todo para acortar un apellido complicado. En la primera Liga conseguida por el club bilbaíno, fue el único futbolista que disputó todos los encuentros del campeonato.
Sin embargo, el domicilio de Garizurieta no rezuma simbología futbolística. Un par de cuadros de la época, algunas placas conmemorativas ("una de la Real entonces no había pique- en conmenioración del 50º aniversario del primer partido de Liga") y viejas fotografías ya guardadas a buen recaudo "porque, mucha gente me ha pedido fotografías y luego no me las ha devuelto"
LA DIVERSIÓN. Garizurieta es el albacea de una tradición que supera la estadística o las constataciones gráficas. Él es la historia viva del Athletic. Y en sus piernas, afectadas ahora por la tendinitis, se reúne el paso de un club centenario. "Entonces el fútbol era una diversión practicada por un grupo de amigos con un entrenador inglés muy afincado en el país que vivía en Atxuri [un barrio singular del caso viejo bilbaíno]. Ahora es diferente. Pero mí pasión por el fútbol sigue creciendo. Cada vez es más difícil para nosotros, porque el Athletic, por su historia, tiene su nombradía y ha de responder a ella. Nuestra tradición obliga, pero en verdad yo no imagino un Athletic con, extranjeros, a no ser que no quede otro remedio".
Juan Garizurieta nunca caminó solo. Los títulos le acompañaron. Pasados nueve años, dejó el balón y ejerció su profesión de perito industrial sin que jamás se le pasara por la, cabeza entrenar a equipo alguno "o enseñar a tirar pases, como me dijo un presidente en una ocasión". Pasado el tiempo, fue directivo del Athletic bajo el mandato de Félix Oraa. Entonces se construyeron las instalaciones de Lezama. Hoy el Athletic se fundamenta en ambos pilares: la historia custodiada por Garizurieta y el futuro de Lezarna.
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