El PSV retrata al Barcelona
El mejor juego del equipo holandés neutralizó los dos goles de Luis Enrique
La condición de líder de la Liga española no es una garantía suficiente para poder transitar alegremente por Europa. Una vez atropellado en Newcastle, al Barça le retrataron y multaron ayer en el propio Camp Nou por circular sin el cinturón de seguridad puesto. Fue un equipo a la deriva, un colectivo que ofreció un partido de vértigo, desprendido siempre de la carpeta de Van Gaal, superado otro día por Advocaat.El PSV resultó un espejo en el que mirarse desde todos, los costados. No tuvo el Barça ni carácter ni cuerpo para despertar a una hinchada de una noche sin alma europea. El marcador es, en este punto, el único que no abandona al equipo. El resultado fue generoso con el juego azulgrana en la misma medida que el empate de Kiev supuso un alivio para un Camp Nou que, en meses, ha pasado de renegar por la alineación de cinco zagueros a santiguarse por no poner ni uno.
No supo administrar el Barça una ventaja que atrapó al vuelo por dos veces. Le empataron con tanta rapidez y simplicidad, pues el PSV jugó casi una hora con uno menos, que el debate ha vuelto al punto inicial: ¿Con cuantos defensas debe jugar? ¿Quien debe ponerse de libero? ¿Por qué no hay un sólo zurdo de medio campo para arriba? Muchas preguntas. El equipo se desmontó tanto por la falta de espíritu como de espinazo. No tiene ombligo y cuando le agarra un contrario con envergadura lo desmiembra.
El campeón holandés tomó el partido con más determinación y desgranó sus ocasiones desde el principio hasta el final. Tuvo siempre la palabra. El suyo fue un discurso homogéneo, bien estructurado, muy didáctico y hasta seductor. Fue, ciertamente, mejor equipo que un Barça qué se quedó a menudo mudo. Huérfano de balón, nunca tuvo voz ni voto en la cancha como equipo y habló sólo por boca de oradores capaces de sobrevivir al silencio colectivo, como Luis Enrique.
Las individualidades azulgrana quedaron solapadas por el sentido colectivo del contrario. Petrovic cegó a De la Peña, Jonk obligó a Rivaldo a jugar de espaldas, Ciric se salió una y otra vez por el margen derecho sin decir ni pío y Celades se sintió intimidado por De Bilde. Los azulgrana quedaron, de entrada, a merced del zapatazo de Nadal. No hubo nada que retener hasta que el central se retiró, salvo el empeño de Rivaldo en dar fe de vida con un caño en la divisoria y un remate de rabona.
El fútbol estuvo siempre de parte del PSV. Obligado a jugar de espaldas, el Barça no pudo girarse y fue un espectador del trabajo de Hesp hasta que Figo forzó la expulsión de Weerden. El PSV, sin embargo, se rearmó con tanta rapidez que pareció jugar con uno mas y no con uno de menos.
El choque, sin embargo, se rompió con los cambios. Puestos a no tener una defensa estable, Van Gaal optó por retirar a Nadal y dar entrada a Guardiola, mientras que Advocaat recurría a Nilis. El partido, entonces, se desbocó, perdió cualquier racionalidad y se convirtió en un duelo de ocasiones, del que el Barça salió mejor parado que el PSV. Los holandeses jugaron de memoria y el Barça de Van Gaal se quedó en blanco con Cruyff y Robson de testigos. Mal asunto.
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