_
_
_
_

Inquietante paz, entre morteros

Acaba la guerra entre Los Bandidos y Los Ángeles del Infierno, que ha costado 25 vidas en los países nórdicos

Cuando Jim Tinndalin y Bent Blondie (Rubio) Svane Nielsen, jefes respectivos de las bandas de moteros Los Bandidos y Los Ángeles del Infierno, se estrecharon la mano antelas cámaras de la televisión danesa el pasado viernes, la escena se parecía mucho a otras ceremonias que rubricaban paces que ponían fin, al menos en el papel, a sangrientos conflictos en distintos puntos del planeta. Un humorista de ingenio corrosivo comentó en Copenhague que al acto sólo había faltado el presidente norteamericano, Bill Clinton, para que la escena hubiera sido perfecta. Y también que hubiera trascendido lo pactado entre bandas que hasta ahora se odiaban y luchaban a muerte.

Los firmantes de esta paz continuarán negociando bajo la mediación del abogado danésThorkild Hoyer. La sede de Hasta ahora lo úni-co que se conoce del acuerdo es que Los Bandidos y Los Ángeles del Infierno han pactado no combatirse mutuamente e intentarán acordar el establecimiento de una estructura orgánica unitaria. Estas dos bandas de moteros eran originarias de Estados Unidos, se implantaron en los países nórdicos (Suecia, Noruega y Dinamarca) y sustituyeron sus arsenales de cadenas y barras de hierro por ametralladoras, misiles, morteros y explosivos.

El televisivo apretón de manos ponía fin a una guerra que desde la instalación de Los Ángeles del Infierno en Dinamarca, en los años ochenta, se ha cobrado en los países nór-

dicos 25 muertos, los dos últimos este verano en la localidad turística de Liseleje, en Dinamarca.

Se necesitaron cinco meses de discretas conversaciones, celebradas en Dinamarca, territorio en litigio entre las dos bandas, y Estados Unidos -en donde ambas tienen sus centrales-, para alcanzar esta paz que ha suscitado reacciones contradictorias. Hay profundo alivio entre la población afectada por su desgraciada condición de ser vecina de los locales de las bandas, pero existe también escepticismo sobre las posibilidades de que se trate de una paz duradera.

Este mismo sentimiento de contradicción reinaba en las policías de la región, que, si bien se libran de una guerra abierta, ahora tendrán que Vérselas con un enemigo unido y mejor organizado para sus actividades delictivas. "Es muy importante que se detenga una violencia que puede dañar a inocentes, pero habrá que luchar con otro tipo de delincuencia que llevan a cabo estos clubes", señala el jefe de la policía de la ciudad sueca de Malmó, Hans Wranghult. Mientras, su colega, el comisario danés Per Larssen, cree que lo peor que puede ocurrir es que vuelva a producirse algún nuevo incidente que encienda de nuevo la contienda.

Quien no se anda con ambigüedades es la parlamentaria sueca, del Partido Liberal, Siv Persson, que alerta sobre el incremento previsible de las actividades delictivas -narcotráfico y extorsiones principalmente-, en las que se han, distinguido am bas bandas. Siv Persson, que tiene residencia en una pequeña ciudad del sur de Suecia, ha sido desde el primer momento, y pese a estar literalmente en el punto de mira de los delincuentes, una implacable lu chadora contra sus actividades. No se hace ilusiones sobre el acuerdo alcanzado, que, a su juicio, depende de las centrales de Estados Unidos y Canadá, desde donde controlan a sus filiales nórdicas.

La ministra de Justicia de Suecia, Laila Freidval, no se deja afectar por golpes de efecto y asegura que la poli cía no bajará la guardia en la represión de las actividades delictivas de estas bandas. Casi a la misma hora en que se anunciaba el acuerdo dos miembros de Los Ángeles del Infierno fueron, detenidos en Estocolmo bajo la acusación de haber intentado extorsionar a un hombre de negocios, a quien exigieron el pago de 10 millones de coronas (unos 18 millones de pesetas).

Que esta paz es relativa lo demuestran las agresiones y hostigamientos de que fueron objeto dos equipos de la televisión sueca que quisieron recogerla opinión de los vecinos en las cercanías de un local de moteros en la ciudad de Malmö. Como se ve, es una paz cargada de violencia

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_