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VUELTA 97

La Vuelta de la supervivencia

La ronda española superó las malas fechas, los abandonos y la guerra de los fichajes-Zülle logró el segundo triunfo consecutivo y el cuarto de la ONCE-Escartín, Heras, Jiménez y el Kelme, los mejores españoles

La Vuelta a España sobrevivió a otra edición y con cierto exito, lo que no es poco. Sobrevivió a su maldición ya sin retorno de disputarse en septiembre; a que en la primera semana se esfumaron gran parte de sus atractivos con los desastres del Banesto (abandono de, Olano) y Mapei (Tonkov, sin opciones), e incluso superó la última bomba en la endeble con cordia extradeportiva por la guerra de los fichajes. Favoreció el trazado, pero cabe destacar que fue la edición más rápida de la his toria. Los 3.762,2 kilómetros se corrieron a 41,481 por hora.Y ganó claramente Alex Züle. Fue su segunda victoria consecutiva, pero con la misma frialdad que toda su carrera. No es que sea antipático o hermético. Es que no es español y las esperanzas del ciclismo nacional tras la retirada de Induráin están en buscar sustituto. Fernando Escartín, segundo con gran mérito, es una baza de brillo seguro, pero limitada. Santi Blanco, el hombre del polémico fichaje, parece ofrecer las mejores garantías de ser la máxima figura. Es una máquina que se ha cuidado con esmero. Pero aún debe desmostrarlo. Y en el camino que ha escogido con el nuevo equipo Seguros Vitalicio quizá tenga que dar la cara demasiado pronto. En la Vuelta se han abierto otras esperanzas. Mientras José María Jiménez ha vuelto a encantar con su irregularidad, se han confirmado otras alternativas. Marcos Serrano (Kelme) y Daniel Clavero (Estepona), por ejemplo, pero especialmente Roberto Heras, un joven de 23 años que se ha mostrado con un desparpajo insólito para un casi neoprofesional. Su triunfo en la primera etapa de montaña en el norte fue elocuente.

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Buen trabajo

Heras, como Serrano, es una consecuencia del buen trabajo que Álvaro Pino, el ganador de la Vuelta en 1986, ha hecho como director con el Kelme. Ha culminado su magnífica temporada ganando la clasificación por equipos a la ONCE. No deja de ser una clasificación menor al lado de la individual, pero sí un índice de que el ciclismo español ya no es sólo la lucha eterna entre el Banesto y la ONCE. Si la Vuelta no se hundió absolutamente en su interés tras las etapas granadinas en que desapareció Olano y casi el equipo banquero fue porque aún quedaba el Kelme en carrera. Pino también se ha quejado del mal trato al esfuerzo de su equipo y ha desmentido que Heras se vaya a ir en otro caso Blanco.

La ONCE sentenció su triunfo en la etapa anterior a Sierra Nevada y su único problema fue tener que apostar todo por Zülle tras el pájara de Laurent Jalabert, que le descartó para la general. Pero con dos contrarreloj por delante, el suizo no debía tener ningún miedo ante Escartín, como así fue. Se colocó líder tras la primera de Córdoba, aunque ni siquiera la ganó, y tras resistir sin apuros en la montaña, terminó por subir sus cerca de tres minutos de ventaja a más de cincoen la segunda etapa contra el cronómetro de Alcobendas.

No ha sido la Vuelta que más ilusión le ha hecho ganar a Manuel Saiz, el director de la ONCE, que ya suma cuatro -Mauri, 1991; Jalabert, 1995 y las dos de Zülle-. Guarda un especial recuerdo de una que no ganó, la de 1993, pero que fue el primer lanzamiento del corredor suizo. Venció entonces en la última contrarreloj y quedó a tan sólo 29 segundos en la general de Tony Rominger, su compatriota y plusmarquista de triunfos (3) que se ha despedido con más pena que gloria en la actual edición. En realidad, como el resto de extranjeros, salvo el otro suizo, Laurent Dufaux. Septiembre es muy duro tras el Tour y el Giro. Tonkov, por ejemplo, ganó dos grandes etapas, pero se fue con su hijo recién nacido.

El turno de Jalabert

La amigable marcha de Zülle al Lotus Festina -al revés que otras-, abre definitivamente la puerta a Jalabert, el gran protegido de Saiz, un gran corredor, pero que no termina de dar el gran salto. Puede mostrarse impresionante de fuerza y demarrar 30 veces seguidas en una etapa sin notar el desgaste -algo que no se conocía desde Merckx o Hinault-, pero tener agujeros sensibles como su fallo en Sierra Nevada. Y le falta, sobre todo, superar su gran asignatura pendiente: quitarse el miedo al Tour. En todo caso, aunque Saiz siga quejándose de que a la ONCE se le pida siempre más y se le valore menos, también él es culpable de que promueve corredores que no se apellidan García o Fernández. Y es inevitable el rechazo. "Hemos aprendido a vivir con todo esto dice y añadé: "Se va Zülle, pero queda el recuerdo de un gran corredor y de su amistad, pero lo más importante, queda un gran equipo. Tanto él como Jalabert se han sabido compenetrar, ser muy amigos y ayudarse cuando lo han necesitado. Y eso ha sido un gran ejemplo para los jóvenes". Para Saiz ha sido un bálsamo este triunfo en la Vuelta, precisamente gracias a Zülle, la punta de lanza del fracaso de la ONCE en el Tour y del que asumió la responsabilidad por una mala planificación.

La gran cruz en la Vuelta fue la del Banesto. Tras el desastre deportivo y.el extradeportivo, Jiménez, con su fantasía atacante en la montaña, y Chente García Acosta, salvaron sus muebles. Los triunfos en Los Ángeles de San Rafael y el Naranco restañaron algo las heridas deportivas, pero quedan las de los despachos. Unzue llegó a decir la última semana: "Algunos han querido desintegrarnos, pero las batallas me gusta perderlas después de luchar y vamos a salvar nuestro prestigio de la mejor manera posible". Ayer, añadió: "Lo mejor ha sido cómo se han recuperado los chavales,porque es muy duro verte con el equipo mermado y sin opciones". Para el Banesto -cómo han cambiado las cosas-, también ha sido una carrera por sobrevivir.

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