Amplíen los caracteres
Soy una persona adulta y mi trabajo tiene mucho que ver con la lectura. Quizá por esta razón, por haber empleado intensamente mi vista a lo largo de mi larga vida laboral, mi visión se ha visto reducida durante estos años.Mi esposa, que no emplea la lectura en su trabajo ya que se dedica a las tareas hogareñas, tiene tan sólo dos años menos que yo, ella tiene 52, también ha visto reducida su visión a medida que cumplía años.
El caso es que cuando ambos salimos juntos y tenemos que leer cualquier anuncio público, desde los mapas del ferrocarril metropolitano hasta cualquier prospecto, si no llevamos las gafas, no acertamos a leer prácticamente nada. Nosotros creíamos que esta limitación sólo nos afectaba a unos pocos. Pero, contrariamente a nuestro primer criterio, hemos comprobado que miles de personas de muy diferentes edades, desde los ancianos, en su mayoría, hasta numerosos jóvenes estudiantes, padecen déficit visual de distinta importancia. Por consiguiente, creo que se trata de un fenómeno muy extendido. Mediante esta carta quisiera pedir a los responsables de la información pública, incluyéndoles a ustedes, los periodistas, que hagan algo para subir el tamaño de los textos que editan.
También hay que destacar que las personas que por nivel cultural o estudios emplean más la visión en la vida cotidiana, suelen ser de edad madura, entre la cual las, limitaciones ópticas son más patentes. La generalización de la informática, tan visual toda ella, corrobora mis argumentos.
Ni que decir tiene que los prospectos médicos o farmacéuticos se llevan la palma en la micrografía de sus textos, con lo cual la mayor parte de la gente que, por ejemplo, se aplica una medicación suele quedar sin conocer cuáles eran las contraindicaciones o las reacciones alérgicas, por citar un ejemplo, que el preparado medicado podría desencadenarle. En cuanto a los anuncios de información al público, España en general y Madrid en particular son escenarios turísticos por excelencia, y a los forasteros hay que facilitarles la lectura para que acierten a orientarse en entornos para ellos nuevos como los que se les abren cuando visitan nuestro país o ciudad.
Espero no haber sido muy pesado con mi carta, pero, por favor, no cuesta nada imprimir la información útil y necesaria con caracteres algo más grandes que los diminutos con los que acostumbran informarnos, desde las farmacias de guardia y carteleras cinematográficas, hasta la programación de televisión; sin olvidar los listados, los anagramas y las papeletas electorales.
Por ello, agradecería que tomaran en cuenta mis proposiciones, que, creo sinceramente, pueden ser compartidas por la mayor parte de la población adulta y grandes franjas de la estudiantil-
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