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El regreso de los héroes

Abel Antón, Martín Fiz y Fabián Roncero sólo piensan en recuperarse

Los héroes del maratón llegaron ayer a Madrid junto a la mayoría del equipo español que compitió en las últimas jornadas de los Campeonatos del Mundo de atletismo. Fermín Cacho y los tres hombres del 5.000, Enrique Molina -octavo-, Manuel Pancorbo -noveno- y Anacleto Jiménez -eliminado en semifinales-, se fueron a Zúrich para correr el miércoles en la reunión más importante del año. El vuelo salió de Atenas con retraso, pero el aeropuerto de Barajas volvió a ser una fiesta a las dos de la tarde para recibir a los herederos de la gloria de Spyridon Louis en el estadio Panathinaikos de la capital griega. Abel Antón y Martín Fiz no estuvieron juntos ni en el avión ni en la recogida de equipajes, pero sí nada más salir del recinto de llegadas. Allí posaron con sus medallas, no sólo las de oro y plata individuales, sino también las doradas como ganadores de la Copa del Mundo, en la que también colaboró especialmente el madrileño Fabián Roncero, el único que llegó a casa. Antón se iba a Soria y Fiz a Vitoria.La noche del domingo hubo en Atenas una fiesta de despedida, pero los maratonianos no estaban para muchos trotes. La frase repetida en boca de todos los que viajaron con ellos al despedirse, no era ya de felicitación, que se había agotado a lo largo del día anterior, sino: "A recuperarse". Antón, aparte de ser el más delgado habitualmente, es el que mejor ha asimilado el esfuerzo. "Además, ya estoy más tranquilo", comentó al subir al avión. Luego, en la cinta de recogida de equipajes, ya en Barajas, hablaba por teléfono sonriente mientras Fiz, enfrente, le miraba muy serio y con el semblante mucho más cansado. Aunque nada más terminar la carrera parecía muy fresco, 24 horas después no tenía muy claro que fuera a recuperarse mejor que en otras maratones: "Vamos a ver. En principio, me voy a coger un mes entero de vacaciones. Hasta marzo o abril no volveré a participar en un maratón. Quizá en Europa". Ha perdido tres kilos y la fuerza que se le vió en Atenas. Sus esfuerzos para despegar a Antón le han pasado factura. Su cinturón apretaba unos pantalones que daban la sensación de ser una talla más grande.

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Roncero, también muy demacrado, se marchó nada más recoger su maleta: "Aún me duele la pierna, pero voy mejor". Mientras Antón y Fiz se juntaron al fin y sacaron sus cuatro medallas, Roncero salió casi de incógnito. Fue el actor secundario en la epopeya del domingo. En medio del estrépito y sin ser reconocido por la mayoría de los presentes, el más joven de los maratonianos saludó a un niño que había seguido sus entrenamientos en el polideportivo madrileño de Vallehermoso. "Yo corro ahí", comentó el joven admirador, "y lo conozco a él y a su hermano, pero éste es mejor". Roncero posó un momento junto a Fiz y Antón con su única medalla y se fue también discretamente con su novia. Hoy se van de vacaciones a Alemania.

Entretanto, el vitoriano Fiz y el soriano Antón exhibían sus cuatro medallas ante los fotógrafos y ante las cámaras de televisión. Los cazadores de autógrafos se frotaban las manos. Unos aficionados más efusivos daban vítores cubiertos con una bandera española. Fiz y Antón eran los atletas más esperados: mostraron sus medallas, y se abrazaron como procurando dejar constancia ante el público de que su amistad y compañerismo estaban por encima de la lucha que mantuvieron el domingo. Fiz habló separando el concepto de amistad personal del de enemistad deportiva: "El problema es que me he liado con mi peor enemigo, en este caso amigo, Abel Antón, que ha sido un gran rival, es el actual campeón del mundo y hay que felicitarlo". Y prosiguió: "Yo, desde aquí, le felicito". La procesión, sin embargo, iba por dentro.

Antón, por su parte, asumía su papel de campeón con la naturalidad que le cartacteriza: "Me siento muy a gusto en esta competición". El soriano lleva sólo un año compitiendo en maratón y afirmó: "El colofón ha sido ganar el campeonato de Atenas". Aunque añadió inmediatamente: "Pero lo máximo sería ganar en los Juegos Olímpicos", reconoció. Admitió que uno de sus planes el año que viene sería correr el maratón de Nueva York.

Cuando el bullicio del recibimiento se apagaba y los atletas se iban retirando del aeropuerto, los tres maratonianos volvieron a posar ante las cámaras y Fiz, como asumiendo su paternidad deportiva, cogió a un Roncero que volvió a aparecer y le dio unas afectuosas palmadas en la espalda. "Ánimo, chaval", le dijo. Y ante la prensa confesó: "Este chico ha realizado una hazaña". Los piropos iban y venían de uno a otro.

Mientras tanto, en las ciudades de Fiz y Antón, les esperaban sendos recibimientos sonados. En Soria, los preparativos serán dobles, porque esperan a Fermín Cacho, el ganador de la plata en 1.500 metros para agasajarles a ambos. El alcalde, Javier Jiménez, proyecta erigirles una estatua en su honor. Y Antón no se cortó: "Estamos poniendo el atletismo soriano muy alto".

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