"Te queremos, Betty Shabazz"
El barrio neoyorquino de Harlem despide con lágrimas a la viuda de Malcolm X
"Te queremos, Betty Shabazz; te vamos a echar de menos". Escrito con caracteres electrónicos, el mensaje destacaba ayer en la fachada del teatro Apollo, el santuario de la música negra en la neoyorquina calle 125, el corazón de Harlem. Doblando la esquina, en el bulevar Frederick Douglass, estaba la Unity Funeral Chapel, donde, durante las 48 horas anteriores, decenas de. miles de negros habían hecho colas bajo un calor salvaje (40 grados centígrados) para despedir a la viuda de Malcolm X. "Amor eterno", decía la placa en el ataúd. La firmaban: "Tus seis hijas".Betty Shabazz, denominada "la reina madre de la América negra", emprendió ayer su último viaje desde esa capilla de ladrillos pintados de blanco hasta el cementerio de Ferncliff, en los suburbios de Nueva York. Había muerto el pasado lunes como consecuencia de las quemaduras de tercer grado en el 80% de su cuerpo sufridas en el incendio provocado que el día 1 destruyó su hogar neoyorquino. Su nieto Malcolm Shabazz, de 12 años, sigue detenido como presunto autor del atentado.
Aunque la capilla ardiente estuvo adornada con cristos y vírgenes negros presididos por un retrato de Martin Luther King, Betty Shabazz, cuyo cuerpo había sido lavado, untado con aceites y perfumes y envuelto en un sudario blanco, fue enterrada conforme al rito musulmán. En 1965, el cadáver de Malcolm X recorrió el mismo trayecto: Unity Funeral Chapel-Ferncliff. En una y, otra ocasión, la violencia fue la, partera de la ceremonia, una, violencia familiar. Malcolm X fue asesinado por pistoleros negros que querían vengar su abandono de la Nación del Islam; Betty Shabazz pereció como consecuencia de un gesto demencial de su nieto.El corazón de Harlem, herido de una cuchillada por la muerte de Betty Shabazz, es, como tantos otros lugares de Estados Unidos, tal y como lo pintan las películas; en este caso, las de Spice Lee. Hay fast food (restaurantes de comida rápida) con comida tan grasienta y recalentada como el cemento del barrio; tiendas de música que aúllan temas de rap, de preferencia los de Life after death, el álbum póstumo del cantante asesinado The Notorious BIG; vendedores ambulantes de herramientas de segunda mano, vídeos con copias piratas de películas aún no estrenadas o libros con temas que van desde la denuncia de las "mentiras blancas" hasta la última novela policiaca de Walter Mosley, y peluquerías que exhiben larguísimas unas artificiales con dibujos o mosaicos multicolores.
Los hombres bailan en las calles o simulan partidas de boxeo con atuendos que van desde el de pobre de solemnidad hasta el de mafioso, pasando por el de baloncestista o rapero con los calzoncillos saliendo por encima del pantalón. Las mujeres se contonean en trajes de princesa abisinia o camisetas y pantaloncitos ceñidísimos; gráciles cuando son jóvenes, obesas al madurar. Con el pelo al cero y pajaritas sobre camisas blancas, los activistas de la Nación del Islam predican la palabra de Alá en las proximidades de iglesias cristianas. Niños semidesnudos se duchan en las fuentes públicas.
"Betty Shabazz era una mujer valiente, un ejemplo para todas las madres negras; educó sola a sus seis hijas dijo ayer Lisa Brisbom, madre soltera de 33 años.
De ese cariño y admiración dio cuenta el impresionante abanico de personalidades que la despidió en su capilla ardiente, el funeral o el entierro. Todas expresaron su deseo de que se cierre de una vez la maldición que pesa sobre la familia de Malcolm X, pero es difícil que así sea. Queda por escribir el capítulo destinado a Malcolm Shabazz. El muchacho llevaba pocos días viviendo con su abuela cuando incendió la vivienda para expresar su deseo de regresar con su madre, Qubilah Shabazz, a San Antonio. Malcolm Shabazz es un muchacho trastornado por la tragedia de su familia y la inestabilidad de su madre, que ha tenido infinidad de aventuras amorosas y problemas con el alcohol. Qubilah fue acusada hace dos años de planear la muerte de Louis Farrakhan, el dirigente de la Nación del Islam. Pensaba que estuvo implicado en el asesinato por pistoleros negros de Malcolm X.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.