El Oviedo jugó con la vista puesta en Vallecas
Las noticias jubilosas le llegaron al Oviedo desde Vallecas, donde los azules tenían gran parte de la atención cuando el partido en el Tartiere consumía los últimos minuto. El Oviedo había salido al ataque con toda su munición de reserva, tratando de solucionar el trance sin depender del transistor. En los primeros minutos, el equipo azul apenas encontró oposición en el Sporting y el gol rondó varias veces la portería de Juanjo. En la primera de ellas, Borrelli pifió un remate a portero batido tras un cabezazo de Toni al poste.Después de los primeros minutos, el Sporting plantó cara y confirmó que no iba a hacer regalos a su vecino y paisano. Durante muchos minutos, su propia falta de necesidad fue su mejor aliado para superar a un Oviedo nervioso y con las reservas muy justas. Además de tensión, al equipo gijonés le faltaban varios titulares, pero su papel en el derby dejó, satisfechos a sus incondicionales. Apenas corrió riesgos, pero hizo que su eterno rival salvara la papeleta gracias al Barcelona en Vallecas.
El Sporting asustó a la media hora de partido, cuando el defensa Giner rondó el gol que le habría supuesto una propuesta de renovación de su contrato por aclamación de la hinchada rojiblanca. Por suerte para el Oviedo, la mejor ocasión del Sporting la atajó Mora.
Tras el descanso, un posible derribo a Oli en el área gijonesa fue la primera nota mencionable. El Oviedo apretó las tuercas e inició un acoso con balones bombeados sobre el área de Juanjo. El portero sportinguista, prácticamente un novato, se convirtió en la figura del partido. Uno de los balones colgados sobre su portería lo remató Oli de manera espectacular y el joven meta rojiblanco respondió con un impresionante paradón, con ayuda del larguero.
Aún intervino Juanjo hasta tres veces más con el máximo acierto y cuando el Oviedo estaba casi más pendiente de lo que pasaba en Vallecas que de sus propias fuerzas, a cuatro minutos del final, las gradas del Tartiere recibieron con un suspiro de alivio el segundo gol del Barcelona. La fiesta se desató al final, aunque para el Oviedo quedó el regusto amargo de ver a su afición contrariada con su equipo. Sólo Oli, en su despedida, recibió aclamaciones de la hinchada ovetense.
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