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Chicago logra su quinto anillo

Los Bulls derrotan en el sexto partido a los Jazz y revalidan el título de la NBA

Esta vez, la gloria fue compartida. Por Scottie Pippen, Phil Jackson, Toni Kukoc y, sobre todo, por Steve Kerr. El base suplente de los Bulls puso la guinda y consiguió que su lanzamiento a falta de cinco segundos para el final del partido entrase en la historia por derecho propio. En el recuerdo de esta serie final, al lado de innumerables batallas, casi todas ellas monopolizadas por Michael Jordan, siempre quedará un hueco para relatar cómo un enorme lanzador, un tal Kerr, puso patas arriba Chicago con una jugada para el recuerdo.Restaban 28 segundos para el final, y todo estaba como al principio (86-86). Es más, la situación resultaba idéntica a la del primero y quinto partido de la serie. Igualdad en el marcador, tiempo para un par de jugadas y el balón propiedad de los Bulls. En las dos ocasiones precedentes, Jordan había sido el encargado de resolver la situación y nada apuntaba hacia otra dirección. Menos aún cuando su majestad recibió la pelota a cuatro metros del aro. Stockton abandonó su marcaje y fue a echarle una mano a Russell. Jordan no lo dudó y prefirió un buen pase a un tiro forzado. Steve Kerr, excelso lanzador, ganador del torneo de triples de este año, se enfrentó a su destino y correspondió a la confianza de Jordan con un tiro inmaculado. Dos puntos, otro título, el delirio.

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El cierre final no podía ser mas apropiado. Hemos disfrutado de una magnífica serie que ha derrochado calidad, intensidad, emoción y dramatismo. Una serie que ha tenido momentos memorables y que finalmente ha coronado por quinta vez a un colectivo maravilloso liderado por un jugador que ya no admite comparación. Con su nuevo éxito, Jordan ha alcanzado cotas que ni Jabbar, Bird y Magic lograron en su momento. Y por sus gestos al final del partido (marcaba con sus manos el seis) no parece dispuesto a cerrar su increíble palmarés. El partido decisivo no fue muy diferente a los anteriores. Utah, haciendo gala de una gran entereza, se presentó en Chicago dispuesto a intentar la hazaña. No mostraron restos de la decepción del quinto encuentro, sino que volvieron a demostrar una fortaleza mental destacable. Trabajaron a destajo y realizaron una meritoria labor de equipo. Un ejemplo. A mitad del tercer cuarto, cuatro de sus jugadores habían conseguido ya sobrepasar los 10 puntos. Todo lo contrario que los Bulls, donde entre Jordan y Pippen se repartían más del 75% de la anotación. Fruto de este esfuerzo colectivo fue la ventaja con la que afrontaron el último cuarto (64-73), que hubiese sido mayor si Karl Malone no hubiese sufrido un calvario desde la línea (le tiros libres. Los Bulls, a pesar dominar el rebote, echaban en falta una mayor colaboración con sus dos megaestrellas. Kerr lo entendió a tiempo y decidió entrar en acción. Dos triples suyos y otro de Pippen colocaron el empate en el marcador (74-74, ocho minutos por jugar). El tuya-mía se alargó hasta el último minuto (86-86) y se rompió con la canasta de Kerr.

Utah tuvo su oportunidad a falta de cinco segundos y la volvieron a desaprovechar, y Kukoc anotó la última canasta (90-86). Ahí radica el porqué de su fracaso. Tres de las cuatro victorias, de los Bulls llegaron en finales apretados. La experiencia de Chicago y la mayor capacidad de definición en situaciones extremas de Jordan con respecto a Malone ha sido decisiva. Mientras que los Bulls siempre han sabido cómo y en quién debían confiar, los Jazz cometieron diversos errores que acabaron con sus esperanzas y malograron un comportamiento general digno de elogio.

Los Bulls llegan de nuevo a la cima, por quinta vez en siete años. En mitad de ella, subido en un pedestal, se encuentra Michael Jordan. El mejor jugador de Ios años 90. El mejor jugador de la historia. El futuro se presenta incierto, pero parece claro que al menos un año más vamos a poder deleitarnos con la siempre gratificante experiencia de observar las evoluciones de un jugador fuera de lo común. Es más que probable que no volvamos a ver en muchos años algo parecido. Disfrutémoslo mientras dure. El rey no ha muerto. Que viva el rey.

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