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CANTO DE SIRENA

Alexander Norling, de seis años de edad, abandonó súbitamente su casa en el barrio de Tyreso, un suburbio de Estocolmo, tras haber reñido con un camarada de juego al que lastimó levemente en la nariz. Se sentía culpable y asustado. Cuando a las once y media de la noche no había vuelto a su casa, los padres, alarmados, avisaron a la policía. Un par de episodios recientes de características similares que terminaron trágicamente ha sensibilizado mucho a la policía y a los padres. De ahí que se montara una gran movilización policial, con unidades de perros, dos helicópteros, además de una cadena de voluntarios, para rastrear la zona. Pero a las tres de la madrugada el niño no había aparecido. En medio de su desesperación, la madre, Kristina Wellman, contó que su hijo tenía pasión por los helados y que siempre salía corriendo de la casa cuando el camión de una empresa que vende a domicilio se detenía en una esquina del barrio y hacía sonar una música característica anunciando su presencia. Hans Creutzer, el policía que la escuchaba, tuvo una idea genial y decidió telefonear a la fábrica solicitando el envío de un camión al lugar. La petición fue bien acogida y poco después el camión hacía sonar su música característica. No había pasado un minuto cuando un somnoliento y atenido Alexander abandonó su escondite en un sótano de un edificio contiguo a su casa y apareció, para felicidad de todos, atraído por la perspectiva de saborear un helado.-

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