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Tribuna:COMER, BEBER, VIVIRFELICIANO FIDALGO
Tribuna
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"10 cócteles que cambiaron el mundo"

A quien así dice lo conocen en España y en otros sitios del extranjero. Mas su pulcritud es tal y tanta que los abanicadores más redichos de eso que se llama la actualidad ni se han enterado, hay que pensar. No así la gente de la penumbra que, en pocos meses, ha colocado a las puertas de la tercera edición el libro Beber de cine, de José Luis Garci, el cineasta que ya tiene un oscar en su archivo particular y que ha hecho de su vida y de la vida un arte para mayor gloria de la vida y del arte.Nadie como él, seguramente, ha entendido en España que saber comer es convertir un alimento en literatura y que saber beber es elevar a la categoría de la cultura más propia una copa. Desparrama generosa y sabiamente ese contenido de espiritualidad de los condimentos y bebedurías terrestres en la joya-libro ya anunciado. Ahora hay que verlo, olfatearlo y degustarlo. Hay que leerlo, vaya, para deleite sólo.

Resumen de alguna de las ideas de Beber de cine: merece la pena vivir "por tomarse un dry martini en el Harry's Bar de Venecia o en casa de Alfredo Landa; un gin fizz en el bar del Palace de Madrid, un gimlet en el bar del Savoy de Londres o un whiskey sour en el Oyster Bar del Plaza de Nueva York".

De principio a fin, lo que mueve a Garci, a su prosa seductora y a su culto talento, es informar al mundanal ruido sobre los "10 cócteles que cambiaron el mundo". Y su estrategia es simple y sublime, porque ilustra, y lo hace con amor, con libertad y con conocimientos mil.

Y cada uno de los 10 cócteles se le antoja al lector una exhibición de cine, de maestría de saberes. ¿Le toca el turno al dry martini? Primero la literatura: el dry martini es el rey de los cócteles. El dry martini, "más que ningún otro, es cuestión de estilo". Y luego viene la fórmula. Y más luego llega Buñuel y Garci deletrea, para mejor saborear la pócima, la personalidad profundamente humanista del aragonés de Calanda que supo ser surrealista con André Breton y amamantar la leyenda del dry martini y filmar en Viridiana la historia de la vida y la muerte de la humanidad.

Cada ejemplar de los 10 cócteles que salvaron el mundo vive en las páginas del libro de Garci sofisticada y simplemente al tiempo, y apadrinado por alguno de los monstruos de este siglo que se está echando a perder definitivamente: Orson Welles, Faulkner...

Garci regala su ciencia sobre "los 10 ..." Y no más: "Es imposible comparar un dry martini con un gimlet, aunque los dos pertenezcan a la ilustre familia de la ginebra, ese alcohol de sagradas semillas aromatizado con bayas de enebro; o un whiskey sour con un daiquiri, a pesar de que uno y otro son hijos predilectos del limón". Garci está cierto: hay que probar todos los cócteles, pues todos, si el toque de muñeca y alma es adecuado, "tienen su instante sobrenatural, su hora bruja, su luz mágica que te descargará de tensiones".

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