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Abierta la línea Pekín Hong Kong

Veintinueve horas invirtió el primer tren de pasajeros en unir la capital china con la colonia británica

Con más de 30 grados centígrados a la sombra y una humedad que rozaba el 95%, ayer fue un día endiabladamente caluroso para la saturada atmósfera de Hong Kong cuando el primer tren de pasajeros venido directamente de Pekín hizo su entrada en Hung Hom, la estación término levantada en Kowloon, en la parte continental de la todavía colonia británica. Era mediodía. A pesar de venir agotados y sudando gruesas gotas, los 448 pasajeros descendieron sonrientes del convoy, contentos de haber puesto Fin a un larguísimo viaje de 29 horas y 49 minutos de traqueteo a lo largo de 2.500 kilómetros de vías férreas. En el andén, un nutrido comité de bienvenida se dedicó a dar la mano calurosamente a los recién llegados. La flor y nata de dos sociedades. Dignatarios del Gobierno de Hong Kong, directivos de la compañía local de ferrocarriles -la Kowloon y Canton Railway Corp (KCRC)- y, por supuesto, el ministro chino de Transportes Ferroviarios, todos reunidos en una ceremonia de especial fraternidad para conmemorar el acontecimiento. Y, por supuesto, para hacer la foto de rigor de estos primeros pasajeros, auténticos pioneros del reencuentro entre dos territorios: una imagen ante los 12 vagones azules del tren número 97, con decoración interior en tonos rojos y blancos.El acto de la estación de Hung Hom estaba cargado de simbología: sólo faltan 43 días para la devolución de Hong Kong a China, y era el primer tren directo que enlazaba Pekín con la colonia británica. Por primera vez, los pasajeros no tuvieron que descender en Guangzhou (provincia de Cantón) para cambiar de tren y soportar una espera de varias horas en la frontera para resolver todo el papeleo de pasaportes y visados.

"La inauguración de la línea férrea Pekín-Kowloon es un acontecimiento histórico que vale la pena celebrar", declaró con vivo entusiasmo el presidente de la KCRC, Yeung Kaiyin, en su discurso de rigor. "Este tren ha conseguido que se acerquen más Pekín y Hong Kong".

En un tono más impregnado de la dialéctica del partido comunista, el ministro chino de Ferrocarriles, Zhang Zhenquing, destacó que "esta conexión representa un puente entre China Popular y Hong Kong y contribuirá a facilitar el retorno del territorio a la soberanía china, al igual que ayudará a la propia prosperidad de Hong Kong".

La vocación de la nueva línea férrea es también que los chinos de Hong Kong recuperen sus "raíces chinas", en gran medida perdidas después de 155 años de dominación británica. Tal y como reclamó el presidente de la KCRC, dejando de lado con cierto humor cualquier referencia a tensos momentos del pasado, "la cabeza y la cola del dragón están de nuevo juntas para conducir al país por el mejor camino que lleva al futuro".

Dos horas después de su llegada, el tren emprendió el camino de regreso, dejando esta vez Hong Kong detrás y enfilando la ruta de Pekín. A bordo viajaban el secretario de Estado de Transportes de Hong Kong y los dignatarios chinos. Para hoy se espera en la misma estación la llegada del tren directo procedente de Shanghai, un viaje de 20 horas y 20 minutos. Los dos convoyes, uno procedente de Pekín y otro de Shanghai, llegarán a la colonia británica en días alternos.

El acontecimiento de ayer no estuvo, sin embargo, exento de paradojas. Aunque se hizo hincapié en que a partir de ahora la entrada por vía férrea en Hong Kong se podría hacer sin parada, no fue exactamente así para unos cuantos. Algunos ciudadanos de la República Popular China que habían comprado billetes -al precio de 16.500 pesetas, en clase de lujo, o 12.300, en las plazas más económicas- para el viaje inaugural entre Pekín y Hong Kong no pudieron subir al tren por no haber podido conseguir la autorización para acceder a la todavía colonia británica.

Si alguno se atrevió a olvidar por un breve instante que había una frontera entre los dos territorios, los funcionarios de inmigración se encargaron de recordarles que el acceso a Hong Kong sigue estando estrictamente controlado, sobre todo para evitar un flujo millonario de inmigrantes atraídos por la insolente prosperidad de una colonia que debe volver al regazo de la madre china el próximo 1 de julio.

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